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Acné en niños y preadolescentes



El acné vulgar es la condición cutánea más frecuente en la edad prepuberal y adolescente, con una prevalencia a los 12 años del 70-87%. Además, casi el 80% de las niñas entre 9 y 10 años presentan este tipo de lesiones.

Atendiendo a la edad de presentación se clasifica en acné neonatal (en lactantes de menos de 6 semanas de vida), acné infantil (entre 6 semanas y 1 año), acné de la media infancia (entre 1-7 años), acné del preadolescente (7-12 años o antes de la menarquia en niñas) y acné del adolescente (12-19 años o después de la menarquia).

El acné del preadolescente es el resultado de la adrenarquia y de la maduración ovárica o testicular, pudiendo ser el primer signo de la etapa puberal.

Clínicamente el acné del preadolescente se caracteriza por una predominancia de comedones en la frente, la conocida “zona T” con relativamente pocas lesiones inflamatorias. Es muy típica de esa presentación precoz la presencia de comedones en los conductos auditivos externos. En los casos en casos de lesiones muy inflamatorias o severas, sí se debería considerar la posibilidad de anomalías endocrinológicas con los estudios pertinentes.

En general, el tratamiento del acné en estos pacientes es muy parecido al de edades más adultas y se basa como siempre en la fisiopatología del acné que se sustenta en 4 pilares:

  1. La hiperplasia sebácea.
  2. Las alteraciones en la diferenciación folicular.
  3. La colonización del folículo por la bacteria Propionibacterium acnes.
  4. La consiguiente respuesta inflamatoria.

Es útil intentar categorizar el cuadro clínico en base a las lesiones predominantes, ya sean comedones (abiertos o cerrados), o lesiones inflamatorias con pápulas eritematosas, nódulos o lesiones quísticas, aunque en muchas ocasiones los patrones se entremezclan.

La severidad del acné se calcula atendiendo al número de lesiones, extensión de las mismas y el tipo: acné leve, moderado o severo.

Los principales objetivos terapéuticos en el acné serán, en la medida de lo posible, reducir la producción de sebo, prevenir la formación de microcomedones, suprimir el Propionibacterium acnes y reducir la inflamación para prevenir las cicatrices.

Pero en pacientes pediátricos, la tendencia es utilizar tratamientos menos agresivos y evitar la aparición de resistencias microbianas. La educación del paciente y de sus familiares y el establecimiento de expectativas razonables y realistas, nos va a ayudar a mejorar la eficacia y la adherencia al tratamiento.

Respecto al tratamiento, vamos a dar sólo unas pautas breves sobre las diferentes alternativas:

  1. Peróxido de benzoilo: al 2,5-10% sigue siendo un tratamiento útil y seguro, tanto en monoterapia como en combinación. Además puede minimizar las resistencias de Propionibacterium acnes cuando se usa concomitantemente con antibióticos.
  2. Retinoides tópicos: pueden ser utilizados en monoterapia o en combinación. La tretinoína en gel 0,05% está aprobado por la FDA en mayores de 10 años, y el adapaleno 0,1% en mayores de 9 años. El principal problema de los retinoides es su tolerancia por su efecto irritante y descamación.
  3. Antibióticos: los antibióticos tópicos no se recomiendan en monoterapia por el desarrollo de resistencias bacterianas. Sin embargo, pueden usarse en combinación con otros productos. En casos de lesiones inflamatorias más severas, se puede plantear una tanda de antibiótico oral con minociclina o doxiciclina, aunque no deben usarse en menores de 8 años.

La tendencia actual en el acné leve-moderado es a utilizar combinaciones de tratamientos (Figura 1), como el peróxido de benzoilo + clindamicina (Duac®), peróxido de benzoilo + adapaleno (Tactuoben® o Epiduo®) o tretinoína + clindamicina (Treclinac®). De todos ellos, el único que está aprobado para su uso en menores de 12 años por la AEMPS es la combinación peróxido de benzoilo + adapaleno (a partir de los 9 años).

Tabla con recomendaciones para el tratamiento de acné
Figura 1: Recomendaciones de tratamiento de acné2

Otras recomendaciones en estos pacientes es que se laven la cara una o dos veces al día con un jabón adecuado, no abusar de los tónicos faciales, no utilizar cremas hidratantes para contrarrestar la descamación que provocan los tratamientos (a no ser que se la haya prescrito el médico).


Bibliografía y referencias: