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Por qué, cómo, con qué suplemento y en qué dosis debemos suplementar la deficiencia de vitamina D en nuestros pacientes



La evidencia disponible indica, de forma consistente, que en la práctica clínica habitual debemos mantener niveles normales de 25 hidroxivitamina D en nuestros pacientes, puesto que tiene importantes efectos fisiológicos esqueléticos (asociados con el aporte adecuado de calcio, nutricional o farmacológico), proporcionando una interesante eficacia antifractura modesta pero suficientemente importante, y extraesqueléticos1.

Por otra parte estudios observacionales indican que un estatus adecuado de niveles séricos de 25OHD3 (por encima de 20-30 ng/ml), son críticos para la eficacia óptima de tratamientos antirresortivos2.

Debemos tener presente que en España, incluyendo las más soleadas zonas costeras mediterráneas y las islas Canarias, existe una elevada prevalencia de déficit moderado/severo de vitamina D (medida como 25 hidroxivitamina D)3.

Teniendo en cuenta la dificultad de obtener los niveles de 25OHD3 séricos adecuados, en las condiciones normales de la vida, es decir, a partir de la dieta o de la toma de sol (sea por la dificultad para tomarlo de un modo adecuado o por el riesgo de cáncer y envejecimiento cutáneo), el uso de suplementos de vitamina D debe ser la estrategia a emplear para normalizar niveles de 25 hidroxivitamina D, y justifica su empleo e indicación en las guías de práctica clínica habitual para mantener niveles adecuados de 25OHD3, lo cual debe ser un objetivo irrenunciable de salud pública.

La vitamina D3 y la vitamina D2 son los suplementos habitualmente utilizados en todo el mundo. El uso de ambos productos depende de razones históricas o prácticas. En España por ejemplo, no disponemos de vitamina D2, pero disponemos de colecalciferol (vitamina D3) y de 25 hidroxivitamina D3 (calcifediol; 25OHD3).

Durante años ambos se han venido empleando como si colecalciferol y calcifediol fueran equipotentes, pero no es así. La 25OHD3 es más hidrofílica, tiene una vida media más corta, es más rápida en su comienzo de acción y de 3 a 6 veces más potente para elevar las concentraciones séricas disponibles de 25OHD34 .

Por tanto, la posología recomendada debería ser para la colecalciferol 800 UI diarias o su equivalente mensual (25.000 UI) y para el calcifediol de 0,266 μg cada 15-30 días, aportando calcio si la ingesta dietética fuera insuficiente.

En ciertas situaciones como la obesidad se recomienda aumentar la dosis de colecalciferol hasta 50 μg/día (2.000 UI/día), pero datos experimentales muy recientes avalan que con el calcifediol se necesitarían las dosis convencionales5.


Bibliografía y referencias: