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¿Aumentan el riesgo de suicidio los antidepresivos al inicio del tratamiento?


Dr. Adrián Neyra del Rosario | Psiquiatría

Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín, Las Palmas


El suicidio es la principal complicación a evitar cuando tratamos a pacientes con depresión, siendo esta la principal enfermedad mental asociada a este desenlace. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca de 800.000 personas se quitan la vida anualmente1.

Según las estadísticas de la OMS, la tasa mundial de suicidios se situó en 10,6 por 100.000 habitantes en el año 2016. El 79% de todos los suicidios se producen en países de ingresos bajos y medianos1. La tasa de suicidio mundial es mayor en hombres que en mujeres (13,5 frente a 7,7 por 100.000 habitantes/año, respectivamente) y, en cuanto a los grupos de edad, el suicidio es la tercera causa de muerte para los jóvenes de edades comprendidas entre los 15 y los 19 años1.

Entre los antidepresivos disponibles, los inhibidores de la recaptación de serotonina (ISRS) son los más pautados en general, existiendo cierta preocupación por la posibilidad de que la administración de estos fármacos tenga relación con la aparición de ideas y conductas suicidas al inicio del tratamiento, especialmente en la población joven. Varios ensayos clínicos aleatorizados concluyen que existe un aumento de riesgo de ideación suicida en niños y adolescentes al tomar ISRS2, mientras que, en la población adulta, el aumento de este riesgo no queda tan claro3. Sin embargo, los ensayos clínicos tienen distintas limitaciones, como la exclusión de grupos de alto riesgo suicida o de población consumidora de sustancias, por lo que sus resultados a veces no son extrapolables a la realidad clínica.

Precisamente con el objetivo de aclarar esta controversia, en septiembre de 2021 se publicó un estudio de cohortes poblacional4, que incluyó más de medio millón de sujetos suecos entre 6 y 59 años a los que se les había prescrito ISRS, comparando la presencia de ideación y/o conducta suicida antes y después del inicio del tratamiento. Entre los resultados más destacables, los autores objetivan que el periodo en el que existía más riesgo de conductas suicidas fueron los 30 días previos a la administración del tratamiento, reduciéndose de forma significativa el riesgo de conductas suicidas 30 días después de comenzar con ISRS y un año después del tratamiento farmacológico.

Los autores no objetivan mayor riesgo de suicidio en la población joven, por lo que concluyen que no solo los ISRS no aumentan el riesgo de suicidio sino que lo reducen de forma significativa. Los resultados deben reducir la incertidumbre de los clínicos a la hora de prescribir un antidepresivo, al menos respecto al riesgo de conducta suicida al inicio del tratamiento.


Bibliografía y referencias: