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Empleo de probióticos en la diarrea aguda infecciosa


Dr. Guillermo Álvarez Calatayud | Pediatría

Hospital Gregorio Marañón, Madrid


Según la última guía de la European Society for Paediatric Gastroenterology Hepatology and Nutrition (ESPGHAN) se define la diarrea aguda como un episodio caracterizado por un descenso en la consistencia o un aumento en la frecuencia de las evacuaciones intestinales acompañado o no por fiebre y/o vómitos. Generalmente, estos episodios son autolimitados y típicamente duran unos 4 ó 5 días y nunca más de catorce.

Es un problema muy prevalente siendo la principal causa de malnutrición y mortalidad infantil en los países en vías de desarrollo. En Europa, los niños de menos de 3 años presentan entre 0,5- 2 episodios al año y es causa de un número significativo de hospitalizaciones. Aunque la base del tratamiento es la rehidratación y realimentación adecuadas, existen diversas terapias de soporte, entre las que destaca el empleo de probióticos.

De hecho, la mayor evidencia sobre la eficacia de los probióticos ha sido descrita para el tratamiento de la diarrea, estimándose que el 40% de sus usos es en esta patología. Los mecanismos implicados en el empleo de probióticos en la diarrea aguda son la estimulación del sistema inmunitario, la competencia por los sitios de adherencia en las células intestinales y la elaboración de sustancias neutralizantes de microorganismos patógenos.

Es bien conocido que el efecto de los probióticos es específico de cepa. Por tanto, analizar en conjunto cepas y especies diferentes no parece el enfoque más adecuado a la hora de evaluar la eficacia de aquellos en el tratamiento de la diarrea aguda. Así, en los últimos años se han publicado numerosas revisiones sistemáticas y metaanálisis en los que se estudia cada una de las cepas por separado y son recogidos en las diferentes guías de práctica clínica (GPC).

Estas surgen como respuesta a la necesidad cada vez más creciente impuesta tanto por profesionales como pacientes, en un entorno donde la investigación científica se incrementa de manera exponencial año a año, haciendo complicado encontrar de una manera eficaz y rápida, la información más acertada y fiable. Esto cobra gran importancia cuando los ensayos clínicos deben realizarse en poblaciones especiales como los niños, por los problemas éticos que ello conlleva.

Desde hace años, la Organización Mundial de Gastroenterología (WGO) edita en varios idiomas la Guía Mundial sobre Probióticos y Prebióticos que se puede descargar de manera gratuita con tablas donde se especifican las indicaciones basadas en la evidencia científica sobre el empleo cepas probióticas y prebióticos en diferentes patologías, generalmente gastroenterológicas, tanto en niños como adultos. En su última actualización en 2017 ha ampliado significativamente, a la vista de los ensayos clínicos, el número de preparados con probióticos para la diarrea infantil aunque sigue remarcando que las cepas con mayor nivel de evidencia científica son Lactobacillus GG y Saccharomyces boulardii.

La última revisión de la GPC del Grupo de Trabajo de Probióticos y Prebióticos de la ESPGHAN afirma que las cepas con evidencia científica suficiente siguen siendo Saccharomyces boulardii, Lactobacillus GG y, en menor medida, L. reuteri DSM 17938.

Llama la atención que se haya valorado la eficacia de L. acidophilus LB, que como comenta el mismo documento no entra dentro de la definición de probiótico, al tratarse de microorganismos no vivos (muertos térmicamente) y que otras guías no contemplan.

Otra de las GPC es la que ha elaborado el Grupo Ibero-Latinoamericano sobre el Manejo de la Diarrea Aguda (GILA) que dice textualmente que “utilizados conjuntamente con la terapia de rehidratación, los probióticos parecen ser seguros y tener claros efectos beneficiosos en la reducción de la duración y la frecuencia en la diarrea infecciosa aguda. Se identifica una equivalencia terapéutica para el uso coadyuvante con las soluciones de rehidratación oral (SRO) de Lactobacillus casei GG, Lactobaci­llus reuteri y Saccharomyces boulardii.”.

En general, la eficacia de los probióticos en el tratamiento de la diarrea aguda en los niños se producen al acortar en un día la duración del episodio, disminuir el número de deposiciones al segundo día de tratamiento y el porcentaje de diarreas que se prolongan más de 4 días. Parece que los efectos beneficiosos son más notables cuanto más precozmente se administran los probióticos en el curso de la enfermedad, no evidenciándose efectos adversos con su administración.

El efecto beneficioso es más significativo en las diarreas producidas por rotavirus aunque hay estudios con la levadura S. boulardii que han mostrado efectividad en el tratamiento de las gastroenteritis enteroinvasivas como la producida por ameba. La WGO recomienda el empleo de Lactobacillus GG (1010-1011 UFC, dos veces al día) en la prevención e la diarrea nosocomial. También el empleo de probióticos añadido a las SRO es seguro y tiene claro beneficio si bien se necesitan más estudios para establecer su empleo de manera rutinaria.

En resumen y aunque es difícil extraer conclusiones definitivas, ya que la metodología empleada por los distintos autores ha sido muy heterogénea al emplear distintas especies de microorganismos y en dosis muy variables, basándose en los datos anteriores, las principales guías de práctica clínica y protocolos, contemplan el empleo de probióticos de eficacia comprobada y a dosis adecuadas, siendo las cepas con más evidencia científica Lactobacillus GG y Saccharomyces boulardii.


Bibliografía y referencias:

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