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Alergia a proteínas de leche de vaca. ¿Hablamos todos de lo mismo?


Dr. José Manuel Moreno Villares | Pediatría

Clínica Universidad de Navarra, Navarra


El problema del diagnóstico en alergia a las proteínas de leche de vaca no mediada por inmunoglobulina E (APLV-no IgE). Comentario sobre el documento de consenso de la SEGHNP, AEPAP, SEPEAP y SEICAP.

El diagnóstico de alergia a las proteínas de leche de vaca no mediada por inmunoglobulina E (APLV-no IgE) plantea un verdadero reto para el pediatra, pues en la mayoría de los casos la sintomatología es similar a la de los trastornos digestivos funcionales del lactante y también porque su relación con la ingesta de la leche no es tan clara. El resultado es un sobrediagnóstico de alergia y un subsecuente uso de tratamientos innecesarios. Una historia clínica detallada y la prueba de exclusión-provocación son las herramientas disponibles para diagnosticar la APLV-no IgE, una vez excluido que se trate de una alergia mediada por IgE mediante las pruebas pertinentes (realización de prick test y/o la determinación de IgE específica).

El grupo de trabajo de las cuatro sociedades pediátricas más involucradas con el manejo de esta situación ha publicado un documento de consenso, con el fin de acordar la duración del periodo de exclusión y cuándo y en qué lugar realizar la provocación a leche.

La dieta exenta de proteína de leche de vaca (PLV) debe mantenerse hasta la normalización clínica, no debiendo prolongarla más de 6 semanas sin efectuar una confirmación diagnóstica mediante una prueba de provocación. Cuando la clínica es de proctocolitis, reflujo gastroesofágico, estreñimiento u otros trastornos digestivos leves, la prueba puede hacerse en el domicilio, bajo la recomendación del pediatra. El objetivo de esta medida es simplificar el proceso de diagnóstico, sin sobrecargar los servicios asistenciales (consultas de atención primaria o consultas de especialidad). Como la sintomatología puede aparecer hasta 1-2 semanas tras la reintroducción de las PLV, es preciso hacer un seguimiento más estrecho en ese periodo (o hasta un máximo de 4 semanas).

Sin duda, este protocolo puede servir para disminuir el número de lactantes con diagnóstico de APLV-no IgE, aunque como ocurre en el mundo real no soluciona por completo el problema. Por una parte aquellos niños que respondieron a la retirada de las PLV pero que no presentan recaída tras la provocación, ¿nunca tuvieron alergia o la resolvieron?. Por otra parte, hay niños que presentan una mejoría parcial tras la retirada y un leve empeoramiento tras la recaída, ¿cómo los etiquetamos?. La historia clínica debe ser, por tanto, de nuevo la clave tanto en la sospecha inicial como en la interpretación de los resultados de la provocación.


Bibliografía y referencias: