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Inmunización maternal: anticuerpos transplacentarios, microquimerismo y anticuerpos en la leche materna


Dr. José Gómez Rial | Inmunología

Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela, Santiago


Tras el nacimiento el recién nacido es trasladado de un ambiente casi estéril al mundo exterior. En este momento, el sistema inmune del neonato experimenta un proceso de reconocimiento de nuevos estímulos antigénicos y maduración desde un fenotipo altamente tolerante y supresor hacia un fenotipo de activación progresiva del sistema inmunitario, inicialmente con un sesgo hacia el fenotipo Th2 con el componente Th1 y citotóxico reducido lo que ocasiona una pobre respuesta a estímulos microbianos. En estos primeros meses de vida la protección del recién nacido proviene en gran medida de los anticuerpos maternos transferidos durante las últimas semanas del embarazo a través de la placenta. Esos anticuerpos van a proporcionar protección al neonato durante aproximadamente 2 meses, tiempo a partir del cual de forma natural los anticuerpos maternos desaparecen para dar paso a los anticuerpos generados de forma activa por el niño. Sin embargo, durante un período que oscila entre los 2-6 meses se produce una hipogammaglobulinemia transitoria de la infancia que conlleva un “gap” inmunológico o período de alta susceptibilidad a infecciones, mientras no se produce la maduración completa del sistema inmunitario del niño.

La estrategia de vacunación durante el embarazo supone una optimización de este fenómeno fisiológico de protección natural madre/neonato, a través del paso de anticuerpos altamente específicos generados durante la inmunización maternal y transferidos al recién nacido semanas antes del nacimiento. El objetivo es reducir al mínimo este período de “gap” inmunológico, potenciando el paso de anticuerpos altamente específicos frente a patógenos cuya susceptibilidad se encuentra aumentada en los primeros meses de vida.

Además la inmunización maternal cuenta con la posibilidad de mantener y prolongar esta protección tras el nacimiento a través de la transferencia de anticuerpos mediante la lactancia materna. La leche materna es altamente rica en nutrientes y defensas en forma de anticuerpos IgG e IgA que van a recubrir la mucosa del niño lactante proporcionando un extra de protección pasiva proveniente de la madre, que permite ampliar la protección más allá de los primeros meses tras el nacimiento. La IgA proporciona protección en la mucosa mientras que la IgG posee la capacidad de transportarse por vías altamente específicas hacia el interior y proporcionar protección en otras zonas (vías respiratorias, por ejemplo).

La protección que proporciona la inmunización maternal no se produce exclusivamente por el paso de anticuerpos. En los últimos años se ha descubierto que células inmunes maternas viajan a través de la vía placentaria al feto e “instruyen” a través de la presentación de antígenos al sistema inmune fetal en desarrollo. Este fenómeno natural se conoce como microquimerismo (MC) y parece tener un papel fundamental tanto en la tolerancia materno-fetal como en la protección del recién nacido.

Por tanto, el objetivo de la inmunización maternal es la protección específica del recién nacido frente a patógenos de alta susceptibilidad en los primeros meses de vida, a través de tres vías principales: paso de anticuerpos transplacentarios, el fenómeno de microquimerismo y transferencia de anticuerpos a través de la lactancia.


Bibliografía y referencias: