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¿Qué aporta la leche de cabra en la composición de una fórmula infantil?


Dr. José Manuel Moreno Villares | Pediatría

Clínica Universidad de Navarra, Navarra


Tradicionalmente las fórmulas infantiles para lactantes sanos usaban como elemento base la leche de vaca. La leche de otros mamíferos (cabra, oveja) se destinaba fundamentalmente para la fabricación de derivados lácteos, sobre todo queso. La disponibilidad de mayores cantidades de leche de cabra ha hecho posible su destino a otros usos, como el consumo de leche fresca o para la producción de productos infantiles. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) concluyó en 2012 que la leche de cabra podía constituir una fuente adecuada de proteínas para las fórmulas de inicio y de continuación. Desde entonces en el mercado europeo se han comercializado varias fórmulas elaboradas a partir de leche de cabra.

Su composición en macro y micronutrientes debe cumplir lo legislado para las fórmulas infantiles. Por su composición proteica estas fórmulas basadas en leche de cabra NO están indicadas en la alimentación de lactantes con alergia a las proteínas de leche de vaca.

¿Cuáles son las principales diferencias con las fórmulas basadas en leche de vaca?

Su composición proteica no precisa de la incorporación de una cantidad elevada de proteínas de suero y, por tanto, de β-lactoglobulina, relacionada con el mayor riesgo de alergia. Además la leche de cabra contiene oligosacáridos de la leche humana (HMOs) en una cantidad diez veces superior a la leche de vaca, fundamentalmente 2’-fucosil-lactosa, 3’ y 6’ galactosialolactosa, 3’ y 6’ sulaolactosa y lacto-N-neotetraosa, importantes para el desarrollo de una microbiota bifidógena. Aunque para la fabricación de la fórmula se precisa la adición de aceites vegetales, la grasa láctea de la leche de cabra mantiene los componentes de la membrana del glóbulo graso, cuyas funciones sobre el desarrollo de la inmunidad y la prevención de las infecciones en el lactante es cada vez más evidente. El efecto final de estas diferencias se aprecia sobre todo en la tolerancia digestiva, con unas deposiciones más blandas y, en algún estudio, menor frecuencia de episodios de cólico.


Bibliografía y referencias: