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Aprendiendo de la leche materna: cómo mejorar las fórmulas infantiles


Dr. José Manuel Moreno Villares | Pediatría

Clínica Universidad de Navarra, Navarra


Nadie puede poner en duda el papel de la lactancia materna en la alimentación del lactante en sus primeros meses o años de vida. Aun así, existe una necesidad de disponer de fórmulas infantiles para cuando la lactancia natural no es posible. La influencia de la alimentación en los 1.000 primeros días de vida del niño sobre la salud posterior ha puesto encima de la mesa la importancia en proporcionar la mejor alimentación posible a los lactantes y niños pequeños.

Al tiempo que se ha ido conociendo más sobre los componentes de la propia leche humana, se ha intentado que las fórmulas infantiles se parezcan cada vez más al modelo. Si durante el siglo pasado los principales avances se centraron en adaptar las proteínas y las grasas, de ahí la denominación de “fórmulas adaptadas”, en los últimos años el interés se ha dirigido más, por una parte a la calidad de los macronutrientes y, por otra, a la incorporación de moléculas o componentes bioactivos a las fórmulas infantiles. La adición de alfa-lactoalbúmina, la incorporación de oligosacáridos de la leche humana o de los componentes de la membrana del glóbulo graso son algunos de los desarrollos más novedosos. Estos avances en el desarrollo de las nuevas fórmulas deben estar fundados en los resultados de estudios clínicos bien diseñados que, aunque escasos, comienzan a estar disponibles. Sobre los efectos de algunos de ellos, por ejemplo de los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga, en especial el ácido docosahexaenoico (DHA) hay suficiente investigación de calidad como para que la Comisión Europea, tras el informe favorable de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) recogiera la obligatoriedad de su inclusión tanto en las fórmulas para lactantes como en los preparados de continuación a partir de febrero de 2020 (http://www.efsa.europa.eu/fr/efsajournal/pub/3760).

El objetivo final de la alimentación en el lactante es garantizar un crecimiento y un desarrollo óptimos. Sin embargo, los retos sobre la biodisponibilidad y los efectos específicos de determinados nutrientes continúan siendo un reto. La interacción de los nutrientes con el microbioma del intestino del lactante centra una gran parte de ese interés. Por sus características de alimento único durante un periodo crítico, la leche materna sigue siendo fuente de inspiración y conocimiento. De que seamos capaces de interpretar el papel de cada nutriente y de sus interacciones dependerá que seamos capaces de traducirlos en mejoras sobre la alimentación infantil –no solo en su componente lácteo- que contribuya a tener niños más sanos hoy, adultos más sanos mañana.


Bibliografía y referencias: