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Una revisión sobre la vejiga hiperactiva: prevalencia, factores, causas, diagnóstico, cuestionarios y tratamiento



La vejiga hiperactiva (VH) se define por la International Continence Society (ICS) como la presencia de urgencia miccional, con o sin IU (incontinencia urinaria, es decir, pérdida involuntaria de orina), acompañada de frecuencia miccional y nicturia, sin existir infección urinaria u otra patología que justifique los síntomas.

Constituye por tanto un síndrome clínico cuyo origen puede ser idiopático o neurógeno. Dado que afecta a la calidad de vida relacionada con la salud (CVRS), constituye un problema médico, social y económico importante1. Muchas veces se presenta en edades tempranas, por lo que es importante conocer el diagnóstico y formas de abordar esta patología en nuestra consulta diaria.

La prevalencia de la VH ronda aproximadamente el 20% y aumenta con la edad, aparece más frecuentemente en mujeres al contrario que los STUI, ya que en varones de mediana edad la VH tendría una prevalencia de menos del 10%. Sin embargo, a partir de los 65 años, la cifra se iguala en mujeres y varones, siendo el 40% y 35%, respectivamente. Llama la atención la escasa demanda que genera este motivo de consulta a pesar de su elevada frecuencia.

La fisiopatología de la vejiga hiperactiva suele sugerir hiperactividad del detrusor demostrable urodinámicamente durante la fase de llenado que pueden ser espontáneas o provocadas, pero pueden deberse a otras formas de disfunción uretrovesical2. Existen hipótesis miogénicas (síndrome metabólico), uroteliogénicas (trastorno afectivo), uretrogénica (déficit hormonal), supraespinal (microbiota urinaria), uroteliomiogénica o hipoactividad del detrusor (trastornos gastrointestinales) o disfunción del sistema nervioso autónomo.

Los factores más frecuentemente encontrados son la edad, la obesidad, la paridad o embarazo, la menopausia, el ejercicio físico intenso, la aparición de comorbilidades como la diabetes, la demencia, la ITU (infección del tracto urinario) o la depresión y la fragilidad.

La práctica de deporte de fuerza (fitness) y resistencia (carrera, ciclismo) en ocasiones aumenta la incidencia de VH, tanto en varones como en mujeres jóvenes, por lo que se aconseja revisar el tipo de deporte que practican y la derivación a una unidad de suelo pélvico de forma precoz.

El diagnóstico requiere una buena anamnesis, se aconseja además la utilización de sencillas herramientas como el diario miccional de 3 días y la realización de un cuestionario simple para el cribado de VH, como el OAB-V3 (con tres o más respuestas positivas se considera indicativo de VH) con buena exactitud de predicción en Atención Primaria2 y conlleva implicaciones importantes en la calidad de vida relacionada con la salud (Figura 1). Otro cuestionario válido y sencillo que valora la escala de síntomas y molestias sería el cuestionario de autoevaluación del control de la vejiga (CACV), descrito en Figura 2.

Cuestionario OABV- 3 para el cribado de vejiga hiperactiva
Figura 1: Cuestionario OAB-V32 .
Cuestionario de autoevaluación del control de la vejiga
Figura 2: Cuestionario de autoevaluación del control de la vejiga (CACV)3.

La exploración física recomendada incluye exploración genital en las mujeres y examen rectal en los hombres, análisis de orina mediante tira reactiva y ecografía urológica con evaluación de riñones, vejiga y residuo postmiccional.

Las guías clínicas actuales proponen un tratamiento escalonado. El primer escalón terapéutico lo constituyen las medidas higiénico-dietéticas y las técnicas de modificación de la conducta. Estas consistirán en el abandono del tabaco y otros irritantes vesicales como el café, disminución del peso, revisar la cantidad y hora de la ingesta hídrica, realizar micciones programadas, el entrenamiento vesical y ejercicios de suelo pélvico mediante ejercicios de Kegel combinados con la respiración. La ausencia de efectos secundarios y el escaso coste son las características principales de este primer escalón. Sin embargo, generar y mantener un cambio de hábitos, el esfuerzo, la constancia y la motivación, normalmente disminuyen progresivamente y el paciente solicita medidas más intensivas, por lo que en ausencia de respuesta terapéutica, el propio paciente y su expectativa de mejora es lo que da la clave para el inicio de un tratamiento médico.

El tratamiento farmacológico estaría indicado ante el fracaso de las medidas citadas y consiste fundamentalmente en antimuscarínicos o agonistas de los receptores beta-3 de la vejiga (mirabegrón), ambos con una eficacia similar, siendo mirabegrón mejor tolerado. Es importante identificar el perfil clínico del paciente y sus enfermedades concomitantes antes de prescribir un tipo de fármaco u otro. Por ejemplo, el mirabegrón se puede dar en pacientes con deterioro cognitivo y alteraciones de la presión intraocular, sin embargo, estaría contraindicado en pacientes con hipertensión arterial grave no controlada (TAS 180 mmHg y/o TAD 110 mmHg). Los antimuscarínicos por el contrario estarían contraindicados en pacientes con glaucoma, retención urinaria, miastenia gravis, colitis ulcerosa y megacolon tóxico.

La derivación a especialista de urología o ginecología depende del grado de la aparición de síntomas asociados como el dolor, la hematuria, ITU recurrente, sospecha de fístula, AP de irradiación o cirugía pélvica, residuo postmiccional patológico, prolapso sintomático, masa pélvica o la incontinencia recurrente.

El tratamiento mediante inyecciones de toxina botulínica en el detrusor, la estimulación del nervio tibial posterior y la neuromodulación sacra precederán al tratamiento quirúrgico invasivo. En los casos de IU de esfuerzo o mixtas sería indicación quirúrgica. Se ha observado que en pacientes con prolapso vesical, la intervención quirúrgica mejora la vejiga hiperactiva.


Bibliografía y referencias:

  1. Robles JE. La incontinencia urinaria. Anales Sis San Navarra. 2006; 29(2): 219-231.
  2. Alcántara A, Pacheco SR, Peñato F, Tovar M. Actualización en la fisiopatología de la vejiga hiperactiva en el camino hacia un cambio de paradigma diagnóstico y terapéutico (I). Med Gen Fam. 2021; 10(4): 181-186.
  3. Angulo JC , Calderín MP , Fernández Y , González M, Gómez E, Herreros MB, et al. Prevalencia y caracterización de la vejiga hiperactiva detectada en una población de Madrid con el cuestionario OAB-V3 autoadministrado en atención primaria. Aten Primaria. 2018 Feb; 50(2): 79-87.
  4. Brenes FJ, Angulo JC, Ochayta D, Rejas J, Arumí D, Cañadas A. Validación psicométrica de las escalas OAB-V8 y OAB-V3 para la detección de pacientes con probable vejiga hiperactiva en la población española. Medicina Clínica. 2014; 143(12): 521-529.