Publicidad banner LM direct nefrouro es

La continuidad asistencial en la insuficiencia cardíaca



Desde que la Ley General de Sanidad (Ley 14/1986 de 25 de abril) estableciera en España dos niveles asistenciales, Atención Primaria (AP) y Atención Especializada, las organizaciones sanitarias han otorgado a la continuidad de los cuidados un papel primordial. Por lo tanto, una adecuada coordinación entre los diferentes niveles asistenciales es clave, dado que sabemos que contribuye a mejorar el nivel de resolución de las distintas patologías y garantiza, además, la calidad de la asistencia prestada y un uso más racional de los recursos1.

Han pasado casi 38 años desde entonces, y da la impresión de que, pese a las buenas intenciones, nada de lo planificado se ha cumplido, al menos con un carácter universal. En el momento actual, donde la AP vive momentos críticos y no parece que se pueda reconducir la situación en un periodo a corto-medio plazo (en todas las áreas de competencia del médico de familia), las sociedades científicas están tratando de proponer a las autoridades sanitarias estrategias para mejorar y mantener en el tiempo la mejor calidad asistencial y propuestas de continuidad asistencial para beneficio de nuestros pacientes.

En el caso particular de la insuficiencia cardíaca (IC) se lleva años trabajando desde las sociedades científicas de AP con la Sociedad Española de Cardiología (SEC) en el Proyecto SEC-Primaria2, además de otras iniciativas como los proyectos MICCAP, CAPACITA3, OPTIMISE-IC4, pero sumando también otras especialidades como la medicina interna, la geriatría y el papel de la enfermera (gestora de casos). Pero las cosas no parecen fáciles ya que la impresión es de una lucha a contracorriente, en la que hay 19 sistemas sanitarios (17 comunidades autónomas, más 2 ciudades autónomas) y cada uno con un sistema de registro de historia clínica electrónico diferente (incluso dentro de una misma autonomía el sistema es diferente para AP y el hospital), que dificultan aún más la posibilidad de poner en marcha una propuesta concreta y satisfactoria de continuidad asistencial.

Por suerte, no es la situación tan dramática como parece y hay territorios donde esta continuidad asistencial funciona, está adecuadamente estructurada y sus resultados son medibles mediante indicadores de calidad, tal y como aconsejan las últimas guías de IC de la Sociedad Europea de Cardiología. En concreto estas guías proponen: “para los pacientes con IC, los indicadores de calidad pueden ayudar a los proveedores de atención médica a aplicar las recomendaciones específicas de las guías y a la vez discriminar las oportunidades perdidas de las actuaciones médicas adecuadas. Además, los indicadores de calidad permiten captar la experiencia de los pacientes”5.

Desde el Programa SEC-Primaria se propone una estrategia, genérica, para la continuidad asistencial, pero el modelo ha de adaptarse a la heterogeneidad del sistema sanitario español, y de los propios profesionales, aunque se plantean algunos principios generales que son aplicables a todos. Así, la implementación de formatos estandarizados del alta hospitalaria, y de una historia clínica electrónica compartida es una apuesta clara para mejorar la transmisión de la información.

Respecto a la calidad de las derivaciones y la formación continuada, la opción más razonable pasa por establecer equipos no jerárquicos con un cardiólogo de referencia para cada área de salud que vehiculice las derivaciones, responda a las consultas sobre pacientes concretos y se encargue de proporcionar la formación continuada. Junto a esta propuesta parece resultar, también, cada vez más interesante que en las áreas de salud pueda existir un referente de medicina de familia que asuma el control y seguimiento de los pacientes del área y actúe como único interlocutor con el hospital y con sus compañeros/as de Atención Primaria: unidad de IC de AP, y que incluya la posibilidad de realizar rehabilitación cardíaca.


Bibliografía y referencias: