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La depresión es un factor de riesgo en suicidio


Dra. Alicia Loureiro González | Psiquiatría

Centro de Salud Mental de Portugalete, Portugalete


Dado que durante la sesión del Programa AAP de psiquiatría hubo una pregunta del suicidio, que me fue inviable responder, me ha parecido interesante traer unas reflexiones acerca de este complicado tema que está de rigurosa actualidad.

El suicidio es un problema de salud pública importante, con una magnitud real probablemente infraestimada (es probable que muchos accidentes sean suicidios de facto) y con unos datos acerca del mismo muy limitados, ya que por el momento no existe una estrategia conjunta salud mental/medio judicial, que permitan una aproximación más ajustada a la realidad (números absolutos).

Las cifras de incidencia de suicidio, en torno a 11/100.000 hombres y 3/100.000 mujeres, están por encima de otras causas de muerte violentas como los homicidios o las guerras, y son equiparables en términos de mortalidad, a enfermedades como el cáncer de pulmón. Además la prevalencia vida de la ideación suicida está en torno al 7,8% y de los intentos de suicidio 1,8%.

La depresión es un factor de riesgo claro en suicidio, pudiendo llegar a aumentar el riesgo en hasta 20 veces. Clásicamente se ha hablado de un 15% de mortalidad por suicidio en depresión, aunque si consideramos también el trastorno depresivo moderado, y no sólo la depresión mayor, el porcentaje global desciende al 5%. Nada desdeñable pese a todo, considerando que la tasa de suicidios en el trastorno bipolar oscila entre un 10-15%, en adicciones a múltiples sustancias también se incrementa el riesgo de suicidio por 20 y en esquizofrenia el riesgo de suicidio es sólo 8,5 veces mayor que la población general (con una mortalidad atribuible al suicidio del 8%).

Teniendo en cuenta el que los síntomas depresivos parecen uno de los factores de riesgo suicida más evidente, podrían servir también como indicadores de la intensidad de la enfermedad, es más, un trastorno depresivo recurrente sin síntomas afectivos en activo tendría unas cifras de mortalidad por suicidio cercanas, si no iguales, a la población general.

Ha habido varios modelos explicativos de la conducta suicida, siendo interesante el modelo de estrés-diátesis propuesto por Mann, en el que la conducta suicida se produciría ante la presencia de factores estresantes agudos que actuarían sobre rasgos de vulnerabilidad o diátesis.

También el modelo de las cuatro vías, desarrollado por Fawcett, que relaciona disfunciones neuroquímicas con dimensiones psicológicas como la depresión y ansiedad. Se plantean por lo tanto la conducta suicida determinada por dos factores de riesgo diferentes en virtud de su acción, unos de carácter agudo o a corto plazo, con riesgo de aumento de conducta suicida en el primer año de seguimiento (anhedonia, ansiedad, insomnio, falta de concentración, crisis de pánico o el abuso moderado de alcohol) y otros a largo plazo, que se relacionan con el aumento de riesgo de suicidio a largo plazo, entre 2 y 5 años de seguimiento (ideación suicida, intentos previos, grado de desesperanza, abuso de sustancias).

Esto en realidad origina dos vías psicopatológicas bioquímicamente caracterizadas:

  • Activación del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal en la vía aguda
  • Disfunción del sistema serotoninérgico en la vía crónica

Que unidas a estados de anhedonia y rasgos de desesperanza, provocan la conducta suicida. Los factores agudos son vehiculados a través de la vía aguda o estado que se manifiesta con ansiedad y agitación asociada a alta secreción cerebral de hormonas corticotropas. Por otro lado la hipofunción serotoninérgica, que actúa como una vía de rasgo o de estado y condiciona la impulsividad de la conducta suicida.

Lo esencial en el suicidio hoy por hoy es la prevención primaria, mejorando nuestra capacidad de detectar/diagnosticar los colectivos poblacionales vulnerables.


Bibliografía y referencias: