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Los probióticos son una solución a corto plazo para el cólico infantil



El cólico infantil se define como un complejo sintomático que afecta al lactante sano de entre 1 y 5 meses de vida y que se manifiesta con un cuadro caracterizado por llanto, quejas o irritabilidad que no pueden ser prevenidos ni aliviados por los padres o cuidadores. Es una entidad relativamente frecuente (5 - 40% de los lactantes según distintos estudios) que no se ve influenciada ni por la edad gestacional, ni por el sexo, ni por el nivel socioeconómico familiar, ni por el tipo de alimentación del lactante (lactancia materna o fórmula infantil).

Al diagnóstico de cólico infantil se llega a través de una historia clínica y una exploración física exhaustiva, en la que no evidenciamos signos de alarma que nos sugieran la existencia de una enfermedad orgánica y dónde la ganancia pondo-estatural es la esperada.

Aunque esta es una entidad benigna y autolimitada (con resolución del 60% de los casos a los 3 meses y más de 90% a los 4-5 meses), en muchas ocasiones es vivida por las familias como un problema grave, pudiendo afectar a la capacidad de los padres de cuidar a su bebé.

Hasta hace pocos años la etiopatogenia del cólico infantil era desconocida y multifactorial, donde se postulaban distintas teorías que pudieran justificar un exceso del peristaltismo intestinal, un aumento del gas intestinal y alteraciones sensitivo motoras (inmadurez, intolerancia a los hidratos de carbono, teoría psicosocial, consumo de tabaco, etc), pero ha sido en la última década cuando se ha evidenciado que los niños que sufren cólico infantil presentan una alteración en la diversidad y la estabilidad de las bacterias que conforman la microbiota intestinal. Los lactantes afectados de cólico presentan una reducción de las bacterias ácido lácticas (lactobacillus y bifidobacterias) a expensas de un mayor número de proteobacterias (bacilos Gram negativos, BGN). Este perfil bacteriano anómalo favorece la producción de gas intestinal, un estado proinflamatorio local y una afectación en la función sensitivo-motora intestinal, propiciando la aparición del llanto.

Los probióticos han demostrado ser una buena opción a corto plazo, ya que son capaces de equilibrar esta microbiota intestinal hacia un perfil más saludable, reduciendo a su vez el número y la intensidad de los episodios de llanto principalmente en aquellos lactantes alimentados con lactancia materna exclusiva. En los últimos años se están comercializando nuevas cepas probióticas que confirman su eficacia en lactancia materna, pero también observan una mejoría del cólico en lactantes alimentados con fórmula infantil. Si queremos obtener un beneficio por parte de las bacterias probióticas, deberemos mantener la toma diaria de dicho probiótico, ya que el efecto del mismo desaparece pocos días después de su retirada.


Bibliografía y referencias: