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La obesidad en el asma: una compañera poco deseable


Dr. José David Maya Viejo | Medicina Familiar y Comunitaria

Centro de Salud de Villanueva del Río y Minas, Sevilla


Desde hace ya varios años, el fenómeno de la inflamación local de órganos o estructuras y los mediadores que de ella participan se viene considerando como fuente de daño sistémico y, por tanto, de lesiones de otros órganos y estructuras corporales.

Así, por ejemplo, vemos cómo la mayoría de las enfermedades reumáticas se relacionan con enfermedades cardiovasculares y mayor mortalidad. Pero este fenómeno, que cada vez es más evidente en enfermedades crónicas respiratorias como la EPOC, no parece manifestarse en el asma bronquial. De hecho, a pesar de que ésta es una enfermedad que provoca muertes, la incidencia y la tasa de mortalidad achacada a ella sigue siendo muy baja: en 2021 en España fallecieron 801 personas, de las que el 626 (78 %) eran mujeres y 175 (22 %) hombres, lo que supone una tasa total de 1692 muertes por cada 100.000 habitantes1.

Pero para ser críticos, hemos de decir, que estas tasas de mortalidad contemplan exclusivamente los fallecimientos debidos a la acción directa del asma bronquial y no a las relacionadas con sus comorbilidades o consecuencias. De todos es sabido que la obesidad es un factor de riesgo para el desarrollo de asma bronquial2,3 y que condiciona un tipo especial de inflamación celular caracterizada por una mayor presencia de neutrófilos en la luz bronquial4. La asociación entre obesidad y mortalidad se ha puesto de manifiesto en multitud de estudios llevados a cabo en diferentes poblaciones de todo el mundo5.

En este sentido, os presento un artículo6, realizado en Suecia y publicado recientemente, en el que se relaciona la presencia de obesidad en el asma con un aumento de la mortalidad.

Se examinaron 2055 pacientes adultos con asma, pertenecientes al condado de Norrbotten, que fueron incluidos entre 1986 y 2001 y se siguieron durante 34 años. Se realizó una evaluación de los pacientes a través de entrevistas estructuradas (síntomas, tabaquismo y comorbilidades), se realizaron espirometrías y se analizaron las causas de muerte conforme a un listado predeterminado.

El índice de masa corporal (IMC), medido en kg/m2, se calculó de acuerdo con la clasificación de la Organización Mundial de la Salud (OMS): bajo peso (<18,5), normopeso (18,5 - 24,9), sobrepeso (25,0 – 29,9) y obesidad (>30,0)7.

Se observaron un total de 685 fallecidos durante el periodo de seguimiento, de los que 669 presentaron una de las causas de muerte contempladas en el estudio:

  1. Enfermedad respiratoria: neumonía, enfermedades e infecciones del tracto respiratorio inferior, enfermedades intersticiales y otras enfermedades respiratorias. Supusieron 84 casos (12,3 %)
  2. Enfermedad cardiovascular: cardiopatía isquémica, enfermedad cerebrovascular, HTA y sus consecuencias y otras enfermedades circulatorias. Supusieron 262 (38,2 %)
  3. Cáncer: neoplasias respiratorias e intratorácicas, mesotelioma y otros. Supusieron 160 (23,4 %)
  4. Otras causas de muerte: diabetes mellitus, demencia, causas externas y otras causas relacionadas con estas. Supusieron 163 (23,8 %)

Sorprendentemente, la causa más frecuente de muerte entre los pacientes asmáticos obesos fue la cardiopatía isquémica, con 155 casos (22,7 % del total) seguida de la enfermedad cerebrovascular, con 55 casos (7,7 %) y, como podríamos suponer, murieron sólo 4 personas por asma bronquial (0,6 % del total).

Cuando analizamos la mortalidad en relación con el sobrepeso y la obesidad, encontramos los siguientes resultados:

  1. Sobrepeso frente a normopeso: no se asoció a un incremento significativo de mortalidad por todas las causas o por causas específicas
  2. Obesidad frente a normopeso: se asoció a un incremento significativo de la mortalidad por todas las causas con un HR 1,26 (IC 95 %: 1,03 – 1,54) y de la mortalidad cardiovascular con un HR 1,43 (IC 95 %: 1,03 – 1,97)
  3. Hombres obesos frente a hombres con normopeso: los obesos tuvieron un aumento de mortalidad significativo con un HR 1,62 (IC 95 %: 1,04 – 2,54)
  4. Mujeres obesas frente a mujeres con normopeso: el aumento de mortalidad no fue significativo, con un HR 1,24 (IC 95 %: 0,77 – 1,98)
  5. Hombres obesos menores de 45 años frente a hombres obesos mayores de 45 años: el riesgo de mortalidad cardiovascular aumentó en el primer grupo con un HR 4,51 (IC 95 %: 1,30 – 15,58 %)
  6. Mujeres obesas < 45 años frente a mujeres obesas ≥ 45 años: hubo muy pocas mujeres fallecidas menores de 45 años (33), por lo que no se pudieron realizar análisis más detallados

Curva de Kaplan-Meier de supervivencia acumulada para asmáticos con normopeso, sobrepeso y obesidad
Figura 1: Curva de Kaplan-Meier de supervivencia acumulada para asmáticos con normopeso, sobrepeso y obesidad

Cuando analizamos la mortalidad en relación con el hábito de fumar encontramos que los resultados entre los asmáticos con sobrepeso no fueron significativos mientras que en los asmáticos con obesidad sí se relacionaron con un aumento de la mortalidad por todas las causas. Analizados por hábito tabáquico:

  • Los exfumadores: se relacionaron con aumento de mortalidad por causa respiratoria y cáncer, pero no con mortalidad cardiovascular
  • Los fumadores activos: se relacionaron con aumento de la mortalidad por causa respiratoria, cardiovascular y por cáncer

Ni la obesidad ni el sobrepeso se relacionaron directamente con un aumento de la mortalidad de causa respiratoria. Sin embargo, la obesidad se asoció significativamente con un mayor riesgo de mortalidad cardiovascular y por todas las causas.

La cardiopatía isquémica y la obstrucción crónica de las vías respiratorias también se asociaron con un aumento de la mortalidad por todas las causas y de la mayoría de las causas específicas.

Como podréis observar, los asmáticos obesos presentan mayor mortalidad, pero a la hora de valorar las muertes por asma bronquial, ¿deberíamos contar sólo las muertes que provoca el asma directamente o deberíamos incluir también aquellas en las que participa indirectamente?

Pensadlo, porque en el primer caso (que es la posición que actualmente se contempla) infravaloramos la importancia de una enfermedad que tiene mayor repercusión de la que realmente le damos, lo que a su vez provoca que bajemos la guardia ante nuestros pacientes asmáticos y erremos en su pronóstico. Sin embargo, con otro tipo de pacientes crónicos, como los diabéticos, no ocurre así.

Si tras haber leído este pequeño comentario miráis al asma de modo distinto a como lo hacíais antes, habrá merecido la pena.

«Somos ciegos que pueden ver pero que no miran» - José Saramago, escritor portugués (1922 – 2010)


Bibliografía y referencias:

  1. Instituto Nacional de Estadística
  2. Ali Z, Ulrik CS. Obesity and asthma: a coincidence or a causal relationship? A systematic review, Respiratory Medicine. 2013. 107 (9) . 1287–1300.
  3. Crisford H, Sapey E, Rogers GB, Taylor S, Nagakumar P, Lokwani R, et al. Neutrophils in asthma: the good, the bad and the bacteria, Thorax. 2021. 76 (8). 835–844.
  4. Peters U, Dixon AE, Forno E. Obesity and asthma, Journal of Allergy and Clinical Immunology. 2018. 141 (4). 1169–1179.
  5. Flegal KM, Kit BK, Orpana H, Graubard BI. Association of all-cause mortality with overweight and obesity using standard body mass index categories: a systematic review and meta-analysis, JAMA Network. 2013 309 (1) . 71–82.
  6. Sturesson A, Hedman L, Stridsman C, Lindberg A, Rönmark E, Backman H. Obesity associates with increased all-cause and cardiovascular mortality in adults with asthma. Respiratory Medicine. 2023 Sep. 216:107301.
  7. World Health Organization. Obesity: preventing and managing the global epidemic. Report of a WHO consultation. World Health Organ Tech Rep Ser. 2000. 894 (i-xii) 1–253.