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Psicofármacos en el embarazo: ¿qué hacer al respecto?


Dr. Sergio Arques Egea | Psiquiatría

Hospital Universitario Arnau de Vilanova, Lérida


Cuando una mujer embarazada precisa tratamiento con psicofármacos, por ejemplo ante un problema de ansiedad y/o depresión, es inevitable que surjan las dudas acerca del manejo terapéutico... en definitiva, ¿tratar o no tratar?

Siempre hay que valorar el riesgo/beneficio de mantener o prescribir un antidepresivo/ansiolítico en una mujer embarazada. Por un lado está el posible efecto teratogénico de los fármacos, pero por otro lado existen evidencias de que la ansiedad y la depresión en el embarazo pueden provocar efectos negativos en el desarrollo fetal e incrementar el riesgo de prematuridad, bajo peso al nacer y depresión posparto, por lo que estas patologías deben ser prevenidas y tratadas.

Un error habitual es, sin esa valoración riesgo/beneficio, suprimir el psicofármaco que tomaban las mujeres hacía tiempo, cuando se intenta buscar embarazo o al saberse embarazadas, provocando en muchas ocasiones la precipitación de una recaída.

Es importante conocer que algunos psicofármacos nos ofrecen un perfil de seguridad adecuado para poder administrarlos durante el embarazo y también en el periodo de lactancia. Esto nos permite utilizarlos, si es preciso, para tratar trastornos de ansiedad, depresión, insomnio y otras psicopatologías que acontezcan en la mujer en el periodo perinatal.

Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) serían los antidepresivos de elección para el manejo de este tipo de patologías, ya que son los fármacos con mayor experiencia de manejo por los médicos de Atención Primaria y por presentar un adecuado balance eficacia/tolerabilidad. Habría que evitar, de entrada, aquellos psicofármacos con los que se tiene menos experiencia de uso.

De los ISRS, el más recomendable sería la sertralina (categoría B de la FDA) y el menos recomendable la paroxetina (categoría D). El resto de ISRS estarían incluidos en la categoría C y, en principio, no debería existir problema alguno para poder emplearlos, especialmente si ya los estaban tomando o si había existido una adecuada respuesta clínica en el pasado.

El primer trimestre de gestación sería el período de mayor riesgo a nivel teratogénico, por ello, si es posible esperar para iniciar el tratamiento, mejor. Sin embargo, a veces eso no es posible. Tampoco tiene sentido retirar el tratamiento con la intención de retomarlo posteriormente.

Respecto a las benzodiacepinas, todas ellas se incluyen dentro de la categoría D. Lógicamente no es lo mismo tomar de forma ocasional una benzodiacepina que precisar un uso de modo continuado y a dosis elevadas. Una buena opción para el manejo de la ansiedad sería el uso de lorazepam, diazepam y/o alprazolam. Respecto a los fármacos con un perfil más hipnótico habría que evitar el triazolam y el flurazepam, ambos categoría X. El uso ocasional del zolpidem (categoría B) no debería implicar problema alguno.

En definitiva, siempre hay que valorar el riesgo/beneficio de tratar o no un problema de ansiedad/depresión durante el embarazo... y, en caso que sea necesario, podemos emplear ciertos psicofármacos con relativa tranquilidad.


Bibliografía y referencias: