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Sobre la incidencia del cáncer de estómago en relación con la dispepsia funcional


Dr. José Manuel Cucalón Arenal | Medicina Familiar y Comunitaria

Centro de Salud de Villamayor de Gállego, Zaragoza


En nuestras exposiciones a lo largo del Programa AAP de Live-Med por las diferentes sedes, y en relación con la presentación de la dispepsia funcional (DF), se están presentando diferentes algoritmos sobre el manejo diagnóstico de esta afección, en las que hacemos hincapié en diferenciar claramente nuestra actuación y manejo clínico en función de determinada edad, en nuestro caso los 55 años. Se explica que esta edad que determina nuestra actuación clínica en su diagnóstico se refiere a la posibilidad aumentada de presentación, en los mayores de esta edad, del temido cáncer de estómago, neoplasia silenciosa que diagnosticada con prontitud puede ser tratada con éxito mientras que diagnosticada en estadio tardío es inexorablemente fulminante.

La edad de 55 años, que nos permite indagar mediante test o pruebas no cruentas la posibilidad de estar ante una dispepsia funcional, se ve modificada en los pacientes mayores de esta edad por la posibilidad de que los síntomas, muchas veces inespecíficos, puedan esconder esta neoplasia digestiva que afortunadamente no es muy prevalente en nuestro medio. Permítaseme, pues, poner un punto sobre la i en esta patología que pudiera cruzarse en nuestro camino.

El cáncer de estómago es una neoplasia que se encuentra, afortunadamente, en retroceso en cuanto a su incidencia, siendo el quinto cáncer más frecuente y la tercera causa de muerte por cáncer en el mundo. El conocimiento del Helicobacter pylori y su erradicación, máxime en los países occidentales, es un motivo de este decrecimiento, mientras que en los países tanto asiáticos como africanos la prevalencia aún es alta. Así mismo otros factores de riesgo como la alimentación o factores ambientales también están siendo mejor controlados en Occidente.

La forma anatomopatológica más frecuente de cáncer gástrico es el adenocarcinoma suponiendo un 90% de los mismos (a su vez podemos diferenciar el tipo intestinal y el tipo difuso). Tras este tumor el segundo en frecuencia es el linfoma. Como se ha comentado es la tercera causa de muerte por neoplasia tras el de pulmón y colorrectal. Pese al decrecimiento en frecuencia de este tumor en los últimos lustros el envejecimiento de la población supone un nuevo reto.

Lo realmente interesante para nuestra aportación en el manejo de la DF es la prevalencia por lugares, países o continentes puesto que este hecho modificará la edad a la que deberemos pensar también en este tumor a la hora de realizar pruebas que nos conduzcan al diagnóstico de esta que, como ya sabemos, es por descarte de la patología orgánica (menos frecuente en relación 7/3 a favor de la DF).

Asia Oriental presenta una incidencia alta al igual que regiones andinas de América del Sur y Europa Oriental. En cambio, áreas como Norteamérica, norte de África, sur de Asia o Australia son de incidencia baja. Europa ocupa un lugar intermedio y España, entre ellos, presenta una incidencia de 25 casos por 100.000 habitantes. Más del 70% de los casos se dan en países en desarrollo.

Aunque sabemos que los factores ambientales tienen mayor peso que los genéticos en la incidencia y mortalidad de esta neoplasia, la migración e intercambio de personas debe ser tenida en cuenta a la hora de aplicar nuestros algoritmos clínico-diagnósticos. Así mismo, deberemos estar atentos al envejecimiento de las poblaciones, máxime en nuestra región europea (el 80% de los tumores se dan por encima de los 65 años) y en los pacientes con bajo nivel socioeconómico puesto que se presenta en este colectivo con mayor prevalencia. La atención a los factores de riesgo ambientales como la existencia de H. pylori, la dieta (recordad los ahumados, nitratos salados, etc...) incluso la obesidad, tabaco, consumo de fármacos gastrolesivos, y a los posibles factores genéticos (enfermedad de Lynch…) o existencia de procesos premalignos previos como la gastritis crónica atrófica, metaplasia intestinal, pólipos y displasias, cirugías previas, etc. debe ser considerada.

Así pues, cuando proponemos en nuestros algoritmos de manejo de la dispepsia funcional los 55 años como edad a la que diferenciar claramente nuestra actuación nos basamos en la edad a la cual la incidencia de cáncer de estómago puede hacer su maligna y silenciosa aparición.


Bibliografía y referencias: