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¿Cómo se asocia la alimentación con la dispepsia funcional?


Dr. José Manuel Cucalón Arenal | Medicina Familiar y Comunitaria

Centro de Salud de Villamayor de Gállego, Zaragoza


La dispepsia funcional es un síndrome caracterizado por una variedad de síntomas específicos del tracto digestivo superior y que requiere de un proceso diagnóstico que descarte previamente a su tratamiento posibles causas orgánicas. Es muy frecuente entre la población general y su tratamiento no excluye la capacidad de reincidencia, que es notable.

Muchos de nuestros pacientes nos preguntan sobre la relación entre este síndrome y sus síntomas con la alimentación, pues parece evidente que al tratarse de un problema funcional digestivo pudiera estar relacionado, bien como causa o como consecuencia, con la alteración en la alimentación.

Uno de nuestros más conocidos digestólogos funcionales es el Dr. Juan José Sebastián, del Hospital Royo Villanova de Zaragoza, quien, en un artículo publicado en Medicina Naturista en 20181, habla de la importancia de los factores dietéticos en el manejo de la dispepsia funcional.

Utilizando una frase del celebérrimo Cervantes, “El estómago es la oficina del cuerpo donde se fragua la salud y la vida”, hace un repaso sobre esta asociación y el papel que la alimentación puede jugar en el manejo de la dispepsia funcional.

Hasta la fecha, muchos compañeros de varias especialidades ofrecen consejos dietéticos y normas de alimentación en el manejo de la dispepsia basados en las costumbres o en normas poco o nada basadas en estudios científicos. Y es que hay poco investigado en este sentido con lo que se dispone de poca evidencia que sustente dichas recomendaciones. Mucho de lo que hay son estudios de carácter observacional que pueden suponer, al menos, una referencia.

En la etiología de la dispepsia funcional se destacaban antes de la aparición del eje intestino-cerebro, la alteración de la sensibilidad gástrica o disminución de la motilidad y el vaciado gástrico, lo que tiene relación directa con la alimentación, tanto con su calidad como su cantidad. Por otro lado, puede parecer razonable que si la alimentación previa a la aparición del cuadro clínico, o su patrón, tiene alguna relación con el síndrome, es sensato instaurar algún cambio en esta. De ahí que los alimentos grasos, fritos, picantes, bebidas efervescentes y algunos otros hayan sido castigados, a veces con excesiva dureza, sin hallar evidencia que lo sustente aún con el mejor sentido común. Pues bien, en el artículo1 presentado para realizar este post, a su vez se referencian interesantes estudios que defienden esta línea de trabajo. Se habla concretamente de las salchichas, vinagres, cereales, té, pizza, sandía, cítricos, pimiento y macarrones como alimentos a reducir o evitar. En otro orden, se mencionan las judías blancas y chocolate como alimentos dispépticos. Por último, se refiere a las dietas FODMAP tan en boga en los últimos tiempos y que han sido protagonistas de varios estudios descriptivos.

Recomiendo, pues, su lectura con el fin de aportar mejor información a nuestros pacientes sin arriesgarnos a tomar decisiones poco sustentadas científicamente y no sustraer de las dietas alimentos que pudieran ser saludables o poco responsables de los síntomas dispépticos, así como valorar algunos hábitos alimenticios y alimentos que pudieran tener relevancia en la aparición o agravamiento de los síntomas de nuestros pacientes.


Bibliografía y referencias: