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Epidemiología de los trastornos del sueño en la infancia


Dr. Gonzalo Pin Arboledas | Pediatría

Hospital Quironsalud, Valencia


Valoraremos la epidemiología de los trastornos del sueño en la infancia dividiendo los mismos en cinco grupos: insomnio, parasomnias, s. de piernas inquietas, alteraciones del ritmo circadiano y trastornos respiratorios.

A) Insomnio: dificultades para Iniciar o mantener el sueño

Es necesario conocer las peculiaridades definitorias a estas edades:

  • Definimos insomnio de inicio (Protodisomia) a la situación que requiere la presencia de al menos 2 de los siguientes 3 criterios:
    • Edad 12 a 23 meses: Latencia mayor de 30 minutos.
    • Presencia paterna en la habitación hasta el inicio del sueño.
    • Más de dos reuniones(a)
    • Edad > 23 meses: Latencia mayor de 20 minutos.
    • Presencia paterna en la habitación hasta el inicio del sueño.
    • Más de una reunión.
  • Definimos insomnio de inicio (Protodisomia) a la situación que requiere la presencia de al menos 2 de los siguientes 3 criterios:
    • Edad 12 – 23 meses: Más de dos despertares(b) por noche totalizando 20 o más minutos de vigilia(c) durante la noche.
    • Edad > 23 meses: Uno o más despertares(b) por noche totalizando 20 o más minutos de vigilia
  • (a) Reflejan resistencia a irse a la cama (protestas, demandas repetidas, pelea...).
  • (b) Requieren la intervención paterna y suceden cuando el niño lleva durmiendo al menos 10 minutos.
  • (c) El criterio de al menos 20 minutos de vigilia se aplica al total de la noche sin importar el número de despertares.

De manera general, en niños menores de 5 años se estima que aproximadamente un 30 % presentan problemas y/o alteraciones del sueño de diverso orden.

Una revisión de los diferentes estudios muestra que entre el 13 y el 27% de los padres de niños de entre 4 a 12 años de edad, denuncian la presencia de dificultades con el sueño que incluyen resistencia a acostarse, ansiedad en el momento de acostarse, inicio de sueño retrasado, colecho de respuesta, ronquido, enuresis, despertares nocturnos, pesadillas, terrores del sueño, sonambulismo, despertar matinal precoz y excesiva somnolencia diurna.

Estos problemas suelen ser estables a lo largo de la infancia de manera que, un niño con dificultades del sueño a los 8 meses probablemente continuará mostrando dificultades con el sueño a los 3 años de edad y aquellos con problemas a los 2 años continuarán teniendo dificultades con el sueño a los 12 años de edad.

En una encuesta realizada por nosotros en la Comunidad Valenciana menos del 50% de los niños de 6 a 12 meses de edad se dormían de manera autónoma y un 12% continúan siendo acostados boca abajo a los 6 meses de edad con el incremento del riesgo de Muerte Súbita que eso conlleva. El 18,6 % de los menores de 6 años presentaban despertares por noche al menos 3 noches por semana y un 11,3% presentaban una latencia de sueño mayor de 30 minutos. En esa misma encuesta, el 52,8 % de los adolescentes valencianos de 14-15 años de edad acudían a clase habiendo dormido menos de 8 horas de ellos un 17% muestraban síntomas de excesiva somnolencia diurna.

De manera subjetiva en una muestra aleatoria en toda la Comunidad Valenciana evaluada por nosotros recientemente, el 34,5 % de los niños de 13 años opinaban que de manera habitual ( al menos 5 días a la semana) dormían menos de lo necesario y el 24 % de ellos no se sentían descansados al levantarse. Estos datos confirman que, en nuestro medio, la causa más frecuente de excesiva somnolencia diurna en la infancia es el no otorgarles la oportunidad de dormir las horas requeridas para cada grupo etario.

En niños de 6 a 13 años uno de cada 5 se levanta cansado existiendo una clara coexistencia entre somnolencia excesiva diurna y dormirse mientras ven la TV. Los movimientos repetitivos de los miembros al dormirse presentan una prevalencia del 1,28%.

Según nuestros datos, en la Comunidad Valenciana en niños de 5 a 12 años de manera global un 27% tienen problemas a la hora de irse a la cama; un 11,3 % tienen los periodos de latencia (tiempo que tardan en dormirse) excesivamente largos; un 6,5 % presentan despertares nocturnos; un 17 % tienen dificultades al levantarse por la mañana y un 17% fatiga relacionadas con alteraciones del sueño.

Los datos publicados por Kahn en preadolescentes de 8-10 años señalan que un 43% experimentan problemas del sueño que duran al menos 6 meses.

En adolescentes (17-18 años) un 16,5% son malos durmientes (19% mujeres y 11,7% varones) y estos se asociaban con factores emocionales, mala higiene del sueño y ciertas parasomnias.

El 38,5 % de una muestra de adolescentes españoles refiere mala calidad subjetiva del sueño y un 23,1 % una latencia de sueño mayor de 30 minutos de manera habitual.

B) Parasomnias:

En cuanto a las parasomnias los datos de nuestro entorno muestran que en niños de 5 a 18 años presentan soliloquia frecuente un 4 % ; sonambulismo entre un 14-21 % ; pesadillas semanales un 6%. A la edad de 6 años un 6 % presentan bruxismo. En los niños con parasomnias no podemos olvidar la alta frecuencia de comorbilidades, así Guilleminoult encontró que en 84 niños con parasomnias, 51 (61%) tenían otro problema de sueño: 49 problemas respiratorios durante el sueño, dos el síndrome de piernas inquietas. De la misma manera veintinueve de 49 niños con parasomnias tenían historia familiar de problemas con el sueño.

El sonambulismo es probablemente el trastorno de sueño más frecuente en la infancia, con una prevalencia del 15% en edades comprendidas entre los 3 y los 15 años. Se trata de un trastorno familiar que presenta una concordancia del 40% en gemelos monocigóticos. En estudios con gemelos se ha visto una alta concordancia tanto en monozigotos como en dizigotos.

El terror del sueño o terror nocturno es un trastorno menos frecuente que el sonambulismo, aunque a veces se asocia con él; su prevalencia se estima entre un 1 y un 5% en niños en edad escolar (Cirignotta y cols., 1983; Coecagna, 1992; Kales, Soldatos y Kales, 1987). Quizás se trata del trastorno más dramático del despertar. Típico a los 3-4 años aunque a veces se reproducen a los 5-6 años. Su frecuencia es máxima nada más iniciarse el proceso. Si los terrores se inician antes de la edad de 3. 5 años suelen tener un pico de frecuencia de al menos una vez por semana, mientras que en los niños en los que los terrores se inician entre los 3,5 y 7,5 años el pico de frecuencia máxima suele ser de 1 – 2 episodios por mes.

La duración media del proceso suele ser de 3,9 años con una tendencia a mayor duración en auellos niños que tienen antecedentes familiares de sonambulismo. El 50 % de los casos suelen desaparecer a los 8 años de edad pero un 36% continúan hasta la adolescencia.

La somniloquia, o el hablar durante el sueño, se considera un fenómeno normal que puede darse en la población general a cualquier edad de la vida. Afecta al 15 % de los niños.

Bruxismo: Se observa una disminución linear de su prevalencia con la edad: 19 % entre los 3-10 años, 13% entre 18-19 años y un 3 % a los 60 años. Es más frecuentemente descrito en gemelos monocigotos que en dicigotos. Cuando el bruxismo está presente en la infancia persiste en aproximadamente le 90 % de esos sujetos cuando son entrevistados de adultos. Aunque existe un componente hereditario en el trastorno, no se conoce el modo de transmisión genético.

Pesadillas: Entre el 10 y el 50 % de los niños de tres a cinco años tienen pesadillas diagnosticadas según los criterios del DSM-IV. Las pesadillas son especialmente prevalentes entre el sexo femenino (a menudo las presentan un 20 % de los varones frente a un 35,2% de las hembras a la edad de 16 años.

C) S. de Piernas Inquietas:

Su prevalencia es del del 1,9 % para edades de 8 a 11 años y 2% para edades de 12 a 17 años de los cuales el 0,5% y el 1% respectivamente presentarían un cuadro como moderado-severo. En cuanto al inicio de los síntomas, éstos suelen comenzar en el 15% antes de los 5 años, el 63% entre los 5 y los 7 años y el 2% más allá de los 8 años.

Walters afirma que existe una subpoblación de pacientes diagnósticados como portadores de dolores de crecimiento que en realidad son portadores de un s. de piernas inquietas que será diagnosticado en la edad adulta, especialmente si los padres han padecido dolores de crecimientos que posteriormente se han trucado en S. de piernas inquietas.

El 40% de los niños con SMP tienen síntomas de parasomnias del arousal.

El tener Piernas Inquietas en la infancia ocasiona una OR de 2,64 (IC 1.31-5.29) de tenerlo en adultos varones y una OR 2,54 (IC 141-4,59) en mujeres.

D) Alteraciones del Ritmo circadiano:

En estos cuadros el periodo largo de sueño se localiza mal dentro del ciclo circadiano, la infancia dos son los cuadros más habituales:

  • S. de Adelanto de Fase: El paciente tiende a dormirse y despertarse antes.
  • S. de Retraso de Fase: El paciente tiende a dormirse y despertarse más tarde. Prevalencia del 0,2% - 10 %. La hora habitual de iniciar el sueño oscila entre 11:30 y 5:15 con la mayoría sobre las 2:00. Entre los niños que lo padecen son más frecuentes las alteraciones de la personalidad.

E) S. de Piernas Inquietas:

En realidad lo correcto sería hablar “problemas respiratorios relacionados con el sueño” pues de esta manera se describe mejor un abanico clínico que incluye la apnea obstructiva, el s. de resistencia de las vías aéreas superiores y el s. de hipoapnea obstructiva así como la implicación nocturna del asma y otras alteraciones respiratorias crónicas.

El ronquido es el síntoma que tienen en común los tres síndromes clínicos respiratorios durante el sueño. Aproximadamente el 10 %- 12% de los niños roncan y muchos de ellos tienen el llamado ronquido simple que es el ronquido que ocurre sin asociarse a apnea, alteraciones del intercambio gaseoso o excesivos arousal. Su frecuencia declina a partir de los 9 años. En la actualidad ya no se le considera tan inocuo como antiguamente. El roncar más de 4 noches a la semana se asocia significativamente con tos nocturna y asma.

Los niños con Síndrome de Resistencia de las Vías Aéreas Superiores roncan y tiene una obstrucción parcial de la vía aérea superior que ocasiona episodios repetitivos de un incremento del esfuerzo respiratorio que finaliza en un arousal. El patrón del sueño se altera y los síntomas diurnos pueden ser similares alos de la apnea obstructiva aunque estos niños no evidencian apneas ni hipoaneas o alteraciones del intercambio gaseoso en la PSG. Su incidencia en niños es desconocida aunque parece ser más frecuente que el SAHS.

La prevalenciadel SAHS entre niños de 4 – 5 años se estima entre el 0,7 % y el 3 %con un pico de incidencia entre los 2 – 5 años.

La edad media de inicio de la apnea es a los 34,7 meses mientras que el ronquido simple tiene una edad media de inicio de 22.7 meses con una incidencia de entre el 7 – 9 % . A diferencia de lo que ocurre en los adultos los niños con apnea obstructiva respiran mejor en posición supina.

Es importante recordar cuando hablamos de epidemiología en pediatría la necesidad de elaborar estudios de prevalencia de los trastornos del sueño con medidas objetivas pues, por ejemplo, cuando se evalúa el tiempo de sueño en niños de 6 – 11 años por medio de cuestionarios a padres, éstos generalmente sobreestiman el tiempo total de sueño y la latencia de sueño; en ese sentido y a modo de ejemplo señalar que cuando se valora de manera objetiva (actigrafía) la fragmentación del sueño se observa en el 18 % de los niños de edad escolar.


Bibliografía y referencias:

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