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EPOC en tiempos de COVID-19 en atención primaria (Parte 2): un diagnóstico de exclusión



Las dificultades para realizar espirometría en atención primaria en tiempos de pandemia por COVID-19 han supuesto un auténtico varapalo en la forma de diagnosticar la enfermedad en nuestro nivel asistencial. En el post EPOC en tiempos de COVID-19 en atención primaria (Parte 1): un diagnóstico de exclusión, proponía plantear el diagnóstico de EPOC desde un punto de vista eminentemente práctico, hasta que esas dificultades poco a poco vayan superándose, como un diagnóstico de exclusión. A este respecto, recomiendo la lectura del editorial Impacto de la pandemia COVID-19 en los laboratorios de función pulmonar: consideraciones sobre el «hoy» y el «día después».

Siendo la realidad la que es, mi segunda aportación sería la de intentar diferenciar precozmente a los pacientes que no deben escaparse a un diagnóstico precoz y tratamiento más intensivo, por pertenecer a los grupos de mayor riesgo de mala evolución de la enfermedad (Figura 1).

Esquema que presenta la estratificación de los pacientes EPOC. Adaptado de GesEPOC
Figura 1: Estratificación de los pacientes EPOC. Adaptado de GesEPOC3.

Como idea de partida, y para someterla a debate, propongo asumir a los pacientes de bajo riesgo de GesEPOC y GOLD2,3 en atención primaria sin espirometría inicialmente, tratándolos con broncodilatadores y siempre habiendo realizado un correcto diagnóstico diferencial de todas las comorbilidades a las que sí tengamos posibilidad de diagnosticar en atención primaria actualmente. Por otro lado, sin olvidar las recomendaciones de la OMS4, aplicar el adecuado proceso diagnóstico con derivación para espirometría en unidades bien dotadas y centralizadas a los de riesgo alto.

Esquema de las pruebas diagnósticas a realizar en la EPOC en función del riesgo futuro. Adaptado de GesEPOC
Figura 2: Pruebas diagnósticas a realizar en la EPOC en función del riesgo futuro. Adaptado de GesEPOC3.

A estos últimos, se les proporcionaría la posibilidad desde el inicio de completar una valoración multidimensional (Figura 2), con pruebas diagnósticas que en muchos casos escapan a la atención primaria, para adecuar desde el principio el tratamiento al riesgo de los pacientes y no sobrecargar las unidades de función respiratoria de referencia con los que en principio presentarían menor riesgo de la enfermedad.

Esperemos que la realización de espirometrías en atención primaria vuelva a ser rutinaria a corto plazo, pero las actuales circunstancias obligan a ser prácticos y utilizar los medios a nuestro alcance, que no son los ideales, pero dejan margen al cribaje de los pacientes que más se beneficiarían de pruebas que no podremos utilizar, al menos por ahora y lamentablemente, en el día a día de nuestros centros de salud.


Bibliografía y referencias: