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¿Podemos realizar espirometrías en el actual contexto de pandemia COVID-19 en Atención Primaria?



El pasado 6 de julio de este este año 2020, en la sede del Programa AAP de Tenerife, una de las asistentes me preguntó cuál era el estado actual de las recomendaciones para realizar pruebas funcionales respiratorias en Atención Primaria en España, en el contexto de la pandemia de COVID-19.

Aunque, tras la finalización de la vigencia del estado de alarma, se han levantado en general las restricciones de movilidad por la pandemia, hay zonas del territorio nacional con rebrotes, que han obligado a desescalar a fase 2, por haber una concentración especialmente elevada de casos confirmados.

La Sociedad Española de Patología del Aparato Respiratorio (SEPAR) ha actualizado recientemente el documento de Recomendaciones de Prevención de Infección por Coronavirus en las Unidades de Función Pulmonar (PFR). En él, se mantiene la recomendación principal de no realizar PFR a pacientes con sintomatología respiratoria, a menos que se les haya realizado una prueba PCR con resultado negativo en las últimas 72 horas y hayan pasado al menos 14 días desde la desaparición de los síntomas.

Es interesante esta publicación además, porque se pormenorizan las recomendaciones en función de la fase de desescalada. En fase 3, se permite la realización de espirometrías con prueba broncodilatadora, así como las pruebas de rutina en Neumología más habituales, pero se insiste en que se cumplan unas condiciones ambientales y personales específicas, que actualmente son casi imposibles de cumplir en Atención Primaria, mediante el aislamiento de todas las superficies de la sala, incluyendo cables y tuberías, y su limpieza y desinfección posterior a la prueba, respetando los tiempos de ventilación y secado, la presencia de habitaciones con presión negativa y suelos y paredes de material no poroso.

Es muy importante para el sanitario y el paciente implicados en el proceso, que se tomen las medidas de seguridad de forma estricta, no solo la utilización de un equipo de protección individual (EPI), sino mantener en todo momento una distancia al paciente de 2 metros o más, reducir al máximo el tiempo de exposición, utilizar una mascarilla FFP3 o superior, protección facial y ocular completas, y retirar los EPI de forma protocolizada y segura según los estándares vigentes.

Por todo ello, deberemos mantener la práctica de sospecha y tratamiento sin contar con la ayuda de las PFR, al menos hasta que se dote de salas y equipos adecuados a la Atención Primaria y se reduzca el índice de contagios en la población general hasta un umbral óptimo.

En algunas comunidades se están comenzando a realizar pílotajes de centros de referencia correctamente equipados, para derivar PFR desde atención primaria de forma segura y centralizada, lo cual a mi entender parece el camino a seguir más plausible a corto plazo.