Publicidad aap oviedo

Actualización en la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE)



Es una enfermedad en la que parte del contenido gástrico, asciende al esófago produciendo sintomatología diversa, sobre todo pirosis (ardor) y/o regurgitación (sensación de que el contenido gástrico asciende). Ambos síntomas constituyen el llamado síndrome típico de la ERGE.

Técnicamente existe una definición de consenso del año 2006 realizada por un grupo internacional de expertos que acordaron el llamado consenso de Montreal. Desde entonces, la ERGE queda definida como “condición que aparece cuando el reflujo del contenido gástrico del estómago hacia el esófago, la cavidad oral (incluyendo la laringe) o el pulmón produce síntomas molestos y/o complicaciones”[1].

ERGE y AP

Aunque existe variabilidad en cuanto a las cifras de prevalencia, se trata de un problema muy frecuente. Estudios epidemiológicos en España cifran la prevalencia de ERGE (pirosis y/o regurgitación) en población general de hasta un 30% aproximadamente[2], aunque la mayoría de personas presentan síntomas poco frecuentes y de intensidad leve. Así, aproximadamente el 70% de las personas explican que los síntomas aparecen como mucho 2 días por semana y en más del 75% de los casos la intensidad de estos síntomas la definen como leve, sin llegar a interferir de forma relevante en su vida cotidiana[3].

En atención primaria las visitas relacionadas con la sintomatología de la ERGE pueden llegar a representar hasta un 5% de la carga asistencial [4], lo que puede dar una clara idea de que nos enfrentamos a un problema de salud con evidente repercusión en el sistema sanitario y en el día a día de las consultas de AP.

Actualmente la prevalencia de la ERGE está aumentando debido al incremento de algunos factores de riesgo directamente implicados con su padecimiento, como el caso de la obesidad.

Tratamiento de la ERGE

Como en cualquier patología, el tratamiento debe individualizarse. El primer paso es modificar los estilos de vida que pueden influir en la presencia de síntomas.

Así, la obesidad es un factor de riesgo muy frecuentemente presente y que se asocia al incremento en la prevalencia de esta patología. El aumento de presión intrabdominal es el mecanismo implicado en el reflujo. El tratamiento de la ERGE debe de una intervención sobre la obesidad desde el punto de vista motivacional y de forma individualizada. Otros dos factores de riesgo asociados a la ERGE son el tabaco y el alcohol.

Fumar se relaciona con un incremento de los síntomas de ERGE y el alcohol, de igual forma, puede empeorar la sintomatología. Por ello la intervención motivacional e individualizada sobre los estilos de vida desde la atención primaria debe de incluir también estos dos factores de riesgo de forma prioritaria.

Debe de aconsejarse también evitar las comidas muy copiosas y ricas en grasas. Debe de explorarse la posible presencia de síntomas relacionados con la ingesta de café, té, chocolate y bebidas efervescentes, desaconsejando su ingesta en su caso.
También conviene explorar los hábitos de sueño, ya que muchas personas se acuestan tras ingerir la cena muy tarde, favoreciendo el reflujo nocturno.

En cuanto al tratamiento farmacológico, también debe establecerse una prescripción razonada de los fármacos disponibles según las características de los síntomas: su intensidad y frecuencia. Un primer paso es el tratamiento con alginato y/o antiácidos y/o IBP o antagonistas H2 a demanda según el algoritmo actual de recomendación para el tratamiento en atención primaria [5], (ver algoritmo adjunto- tomado de referencia 5-).

Figura 1


Bibliografía y referencias: