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¿Cuándo está indicado el uso de una fórmula infantil sin lactosa?


Dr. José Manuel Moreno Villares | Pediatría

Clínica Universidad de Navarra, Navarra


La lactosa es el principal azúcar presente en la leche de los mamíferos, también en la especie humana. La leche humana contiene una cantidad de lactosa superior a otras especies (70 g/l) y contribuye al 40% del aporte energético de la misma. Es un disacárido formado por glucosa y galactosa, que se hidroliza por medio de una enzima, la lactasa. La actividad lactásica está ya presente en el feto desde la octava semana de gestación, pero no es hasta la 24 semana cuando aumenta de forma importante su actividad. Después de las primeras tomas de alimento tras el nacimiento, hay un aumento rápido de su actividad, alcanzando por encima del 95% a la semana de vida. La lactasa está presente en el borde apical de las microvellosidades intestinales y su mayor expresión se halla en el yeyuno medio. La actividad lactásica madura antes en los niños al pecho que en los que reciben una fórmula infantil. En función de las características genéticas y de la raza, la actividad lactásica puede ir disminuyendo después del periodo de destete.

La glucosa y la galactosa que la constituyen forman parte de moléculas más complejas (oligosacáridos, glicoproteínas y glicolípidos). Además, la lactosa es el menos cariogénico de los azúcares simples, y posee un bajo índice glucémico y contribuye al establecimiento de la microbiota intestinal.

La intolerancia a la lactosa en los primeros meses de vida es excepcional, incluso en los recién nacidos prematuros. Cuando ocurre se produce una sobrecarga de lactosa que llega al colon donde es fermentada por la microbiota colónica, produciendo principalmente lactato, ácidos grasos de cadena corta y diversos gases (CO2, H2 y metano). El resultado final de esa fermentación es una diarrea osmótica. Los síntomas más habituales son la distensión abdominal, aumento de la flatulencia y deposición líquida que producen gran irritación y eritema en la zona perianal. La presencia de sangre o moco en las heces no son signos de una malabsorción de lactosa.

La deficiencia congénita primaria de lactosa es excepcional. Es una enfermedad autosómica recesiva causada por mutaciones en el gen de la lactasa y que producen una ausencia completa de lactasa. La causa más frecuente en lactantes es consecuencia de un daño en la mucosa intestinal, cuya causa frecuente en el periodo de lactancia es secundaria a una gastroenteritis aguda. Solo puede justificarse la retirada temporal de la lactosa en caso de diarrea persistente (más de 14 días), en lo que se conoce como síndrome postenteritis. Puede presentarse también en otras enfermedades que cursen con grave daño de la mucosa como puede ser el debut de una enfermedad celíaca. En general, la resolución de estos síntomas tiene lugar a los pocos días de la retirada de la lactosa de la dieta. Esta deficiencia es transitoria y, tras unas semanas de eliminación de la lactosa, debe volverse a la alimentación habitual.

En el caso de niños amamantados, en presencia de datos de malabsorción de lactosa, no hay indicación de suspender la lactancia. Por el contrario, en los lactantes que reciben una fórmula infantil se recomienda sustituir la fórmula habitual por una fórmula sin lactosa, por un periodo inferior a un mes.

En los últimos tiempos se ha evidenciado un aumento en la frecuencia de trastornos digestivos funcionales, también en el lactante, fundamentalmente el cólico del lactante. No se ha demostrado una relación directa entre el cólico y la malabsorción de lactosa, por lo que de forma rutinaria no está indicada la administración de una fórmula sin lactosa en el lactante con cólicos.


Bibliografía y referencias: