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Bulos y realidades: la seguridad de las vacunas frente a la COVID-19



A lo largo de la pandemia de COVID-19 han surgido numerosos bulos y desinformaciones sobre las vacunas contra el virus. Es importante abordar estos bulos y proporcionar información precisa y basada en evidencia.

Las vacunas contra la COVID-19 reciben autorización o aprobación de agencias reguladoras de salud, como la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) en Estados Unidos o la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) en Europa, después de revisar los datos de seguridad y eficacia de los ensayos clínicos.

Previamente se llevan a cabo ensayos clínicos en miles de participantes para evaluar su seguridad y eficacia. Estos ensayos siguen pautas y regulaciones estrictas y son revisados por expertos en salud y reguladores. Durante los ensayos clínicos se monitorea de cerca la seguridad de las vacunas y se registran y analizan los efectos secundarios.

La Coalición Internacional de Autoridades Reguladoras de Medicamentos (ICMRA, por sus siglas en inglés) proporciona a la población información importante y contrastada sobre la seguridad de las vacunas frente a la COVID-19 que se han utilizado hasta ahora1. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), que pertenece a la ICMRA, ha emitido una nota informativa donde apoya la declaración sobe la eficacia y seguridad de las vacunas usadas para luchar contra la pandemia2.

Existen circulando por las redes sociales multitud de bulos o fake news que cuestionan de forma engañosa la seguridad de las vacunas.

El SARS-CoV-2 sigue entre nosotros, no ha desaparecido y tendremos que seguir vacunando a la población por motivos de edad y determinadas enfermedades crónicas y condiciones de riesgo3. Siguen produciéndose defunciones por la enfermedad, especialmente en estos grupos de personas.

La ICMRA en su lucha contra los bulos y basándose en la evidencia científica disponible emite una serie de mensajes clave:

  • Las vacunas contra la COVID-19 reducen significativamente el riesgo de enfermedad grave, hospitalización y muerte por infección por SARS-CoV-2
  • Se han administrado más de 13.000 millones de dosis de vacunas en todo el mundo con un perfil de seguridad muy bueno en todos los grupos de edad. Los beneficios de las vacunas aprobadas superan con creces los posibles riesgos
  • La gran mayoría de los efectos secundarios son leves y temporales. Se han identificado algunos efectos adversos muy raros (que ocurren en menos de 1 de cada 10.000 personas) pero graves. Pero las consecuencias de no vacunarse superan con creces las complicaciones graves y los índices de mortalidad si lo comparamos con los vacunados
  • El exceso de mortalidad en la pandemia coincide en gran medida con los picos de infecciones por SARS-CoV-2 durante las primeras oleadas cuando las vacunas no estaban disponibles. No hay evidencia de que las vacunas contra la COVID-19 hayan contribuido al exceso de mortalidad
  • Existe evidencia que es menos probable que se produzca COVID prolongado en personas que han sido vacunadas disminuyendo las secuelas que se pueden producir tras la reinfección4

Los principales efectos secundarios graves son las miocarditis y pericarditis y la formación de trombos con plaquetas bajas, este último más frecuente en las vacunas con vectores de adenovirus como son las de AstraZeneca y Janssen, no utilizadas actualmente en España.

Los estudios a gran escala han demostrado que la probabilidad y la gravedad de la miocarditis debido a la infección por SARS-CoV-2 son sustancialmente mayores que la probabilidad y la gravedad de la miocarditis debida a la vacunación5.


Bibliografía y referencias: