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Obesidad y enfermedad renal crónica: una relación peligrosa



Como ya es sabido la obesidad se ha convertido en una de las epidemias de nuestro siglo. La prevalencia de esta enfermedad va aumentando de forma alarmante, sobre todo en pacientes cada vez más jóvenes siendo ya considerada como un grave problema socio-sanitario. Conocemos las complicaciones y las comorbilidades asociadas a la obesidad y una de ellas es la relación con el desarrollo o empeoramiento de enfermedad renal crónica (ERC).

En algunos estudios se ha logrado demostrar que los pacientes con obesidad padecen con mayor frecuencia glomerulomegalia y glomeruloesclerosis focal y segmentaria1.

Dentro de los factores de riesgo que aumentan la posibilidad de daño renal y aparición de ERC, tenemos la diabetes mellitus, la hipertensión arterial, la edad (mayor de 60 años) pero también tenemos a la obesidad. La obesidad también se considera factor de riesgo para empeorar el daño renal ya instaurado.

Por otro lado, la obesidad también es factor de riesgo para la aparición de diabetes mellitus (DM) e hipertensión arterial (HTA) por lo que nos encontramos ante la tormenta perfecta, por un lado la obesidad en sí que provoca un síndrome de hiperfiltración glomerular con aumento de la presión intraglomerular, que podría explicar la aparición de microalbuminuria en pacientes con obesidad2 y, por otro lado, la posibilidad de desarrollo de enfermedades como la HTA y la DM, que claramente se relacionan con la obesidad siendo los factores de riesgo más importantes para el desarrollo de ERC.

Muchos estudios epidemiológicos han mostrado que la obesidad aumenta el riesgo de desarrollo de enfermedad renal como por ejemplo el estudio EPIRCE3, realizado en España, donde los resultados obtenidos mostraron que la obesidad determinada por medición del índice de masa corporal (IMC) aumenta el riesgo de desarrollar ERC en 3,5 veces4.

Los mecanismos fisiopatológicos involucrados en la aparición de la ERC debida a la obesidad son complejos y están mediados por alteraciones hemodinámicas, inflamatorias, y desregulación de factores de crecimiento y adipocitoquinas. El aumento de leptina y disminución de adiponectina, la activación del sistema renina-angiotensina-aldosterona y del sistema nervioso simpático, la alteración en la reabsorción tubular de sodio, así como el proceso inflamatorio crónico que existen los pacientes con obesidad5 explicarían la relación directa entre obesidad y ERC.

Es importante conocer esta relación para poder tener en cuenta la importancia de la prevención y el cribado de ERC a pacientes que padecen obesidad, así como del tratamiento precoz si ya está instaurada.

En Atención Primaria como escalón básico en el control de paciente con estas patologías, deberemos estar atentos a esta relación, para solicitar cribado de ERC con petición de tasa de filtrado glomerular y presencia de proteinuria en todo paciente con obesidad. Se debería disponer de unos perfiles analíticos de paciente con obesidad (como ya existen en muchos centros) que incluya el despistaje de ERC. Hay un alto porcentaje de pacientes con ERC sin diagnosticar y probablemente la obesidad sea de las patologías relacionadas con la ERC que más se nos pasa por alto.

Igual de importante será tratar la obesidad, tanto para prevenir la aparición de ERC como mejorar su evolución en aquellos pacientes que ya la padecen. Es lógico pensar que conseguir una disminución de peso va a disminuir la progresión de la enfermedad renal y mejorar las alteraciones metabólicas.

El tratamiento para la obesidad incluye cambios en el estilo de vida (dietas, ejercicio físico, reducción de estrés), fármacos y cirugía.

El uso de fármacos en pacientes con obesidad tiene ciertas limitaciones. Orlistat por sus efectos secundarios (esteatorrea e hiperoxaluria y su inefectividad a largo plazo). Bupropion/naltrexona de liberación prolongada por no estar validado en pacientes con ERC y presentar importantes efectos secundarios que limitan su uso. Por lo que la mejor alternativa sería el uso de liraglutida 3 mg que además ha mostrado un efecto renoprotector en pacientes con ERC, disminuyendo la albuminuria y pueden ser usados hasta filtrado de 15 l/min con escasos efectos secundarios. El uso concomitante de fármacos glucosúricos (inhibidores de SGLT2) también estarían indicados pues aportan cierta bajada de peso añadida, así como protección cardiorrenal.

En resumen, la obesidad está relacionada con la ERC tanto en su aparición como en su empeoramiento, por lo que el despistaje de ERC en pacientes con obesidad es fundamental con la intención de tratar lo antes posible ambas patologías para mejorar el pronóstico de nuestros pacientes.


Bibliografía y referencias: