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Sulfato de magnesio, un agente terapéutico más en el manejo de la crisis asmática infantil



El manejo de las crisis asmáticas depende de la severidad de las mismas. Si bien el manejo de las crisis leves y moderadas está bien establecido, el manejo de las crisis graves es siempre fuente de debate. En estas últimas, además de revertir la hipoxemia mediante oxigenoterapia, la administración de broncodilatadores de acción corta como el salbutamol, anticolinérgicos como el bromuro de ipratropio y corticoides sistémicos, vía oral o parenteral, constituyen los pilares farmacológicos fundamentales. Si bien, en las últimas décadas el papel de otros agentes, tales como el sulfato de magnesio IV (intravenoso), se ha planteado puesto que pudiera ser un agente adyuvante que mejore el pronóstico de las mismas y favorezca la resolución más rápida de la sintomatología.

El sulfato de magnesio es un fármaco antagonista del calcio, que actúa inhibiendo la contracción del músculo liso bronquial, interfiriendo además con la estimulación parasimpática dificultando la liberación de acetilcolina en la terminal axonal, traduciéndose todo ello en un efecto broncodilatador1. Las primeras publicaciones sobre su utilización tuvieron lugar en los años 402 y desde entonces numerosos estudios han evaluado su eficacia en esta patología.

De hecho, se han realizado revisiones sistemáticas con el objetivo de evaluar la seguridad y la eficacia del mismo administrado vía intravenosa en niños tratados por una exacerbación de asma aguda en el servicio de urgencias, concluyendo que los niños con asma predominantemente moderada a grave que fueron tratados con sulfato de magnesio IV además del tratamiento estándar, mostraron una reducción del 68% de las probabilidades de ingreso hospitalario3. Es especialmente importante la cronología de su administración debiéndose administrar idealmente en la primera hora en aquellas crisis graves o no respondedoras al tratamiento inicial de broncodilatadores y corticoterapia sistémica.

La dosis a administrar es entre 25-75 mg/kg (máximo 2 g) vía intravenosa de forma lenta en 20 minutos, teniendo la precaución de monitorizar la tensión arterial por la posibilidad de hipotensión y evitar su uso en pacientes con insuficiencia renal grave, hepática o cardiaca4, 5.

Si bien es notorio que no es un fármaco disponible en todos los ámbitos sanitarios, es interesante su consideración en los escenarios descritos no sólo por su efecto terapéutico fundamentado en el aval científico subyacente tanto de revisiones sistemáticas como de las guías internacionales de manejo del paciente asmático6. Por todo ello consideramos que puede ser de utilidad su conocimiento por parte del pediatra y su aplicación en el tratamiento de las exacerbaciones asmáticas más graves.


Bibliografía y referencias: