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Consumir leche, ¿ayuda al crecimiento en los niños?


Dr. José Manuel Moreno Villares | Pediatría

Clínica Universidad de Navarra, Navarra


Con frecuencia se ha dicho que beber leche hacer crecer más a los niños. La velocidad de crecimiento es un marcador de salud y bienestar. Es cierto que hasta el 80% de la talla final depende de su componente genético, pero los factores ambientales, en especial la alimentación, el nivel socioeconómico y el estado de salud influyen en la estatura final. Una alimentación equilibrada y adecuada es uno de los factores claves para alcanzar el potencial de crecimiento esperado. La leche y los productos lácteos son una fuente esencial de nutrientes y contribuyen en ese equilibrio.

En los últimos años se han publicado varias revisiones en las que se asociaba el consumo de leche con la estatura y un menor riesgo de desnutrición o de un crecimiento disminuido, aunque en otros, por el contrario, no pudo probarse esa asociación.

Un estudio reciente realizado en Israel, en algo más de 3.500 adolescentes de entre 11 y 19 años, ha demostrado que el consumo de leche y lácteos no azucarados se asocia a un crecimiento mayor, incluso cuando los resultados se corrigen teniendo en cuenta la edad y el nivel socioeconómico. Por cada vaso de leche consumido o equivalente, la altura era 0,3-0,4 cm mayor y el riesgo de tener una estatura baja disminuía un 9%, en línea con la hipótesis de que un mayor consumo de leche se asocia a un crecimiento mayor.

El efecto estimulante de la leche sobre el crecimiento se relaciona probablemente con los componentes de la leche. Los lácteos son una buena fuente de energía, proteínas y micronutrientes como el calcio, el zinc, el yodo, el magnesio, el fósforo y vitaminas A, D, K y B. Se ha asociado el consumo de leche y lácteos a mayores niveles circulantes de IGF-1 (factor de crecimiento similar a la insulina 1) en suero, que posee un efecto anabólico en el crecimiento del tejido óseo. También el hecho de consumir lácteos es un buen marcador de calidad de la dieta y, en ocasiones, muy relacionado con la capacidad adquisitiva de las familias. La recomendación de consumir entre 2 y 3 raciones diarias de lácteos en la edad infantil y entre 2 y 4 en adolescentes debería ser un objetivo de salud, en especial en los estratos sociales más desfavorecidos.


Bibliografía y referencias: