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Evidencia científica en el uso de probióticos y prebióticos en pediatría


Dr. Guillermo Álvarez Calatayud | Pediatría

Hospital Gregorio Marañón, Madrid


La medicina basada en la evidencia (MBE) consiste en la integración de las mejores pruebas científicas, procedentes de la investigación clínica centrada en el paciente, en este caso los niños, con la experiencia clínica individual. Es un método de trabajo diseñado para poder ser practicado en el contexto de la práctica clínica diaria. Permite al pediatra mantener un nivel adecuado de actualización de los conocimientos necesarios para ofrecer al usuario una atención médica de calidad.

Las guías de práctica clínica (GPC) surgen como respuesta a esta necesidad cada vez más creciente impuesta por tanto por profesionales como pacientes, en un entorno donde la investigación científica se incrementa de manera exponencial año a año, haciendo complicado encontrar de una manera eficaz y rápida, la información más acertada y fiable. Esto cobra gran importancia cuando los ensayos clínicos deben realizarse en poblaciones especiales como los niños, ancianos o mujeres embarazadas por los problemas éticos que ello conlleva.

Estas guías de diagnóstico y tratamiento son útiles tanto en los servicios de urgencias como en las consultas pediátricas de atención primaria (AP) y en el manejo intrahospitalario de las enfermedades más frecuentes. También son aplicables para otros profesionales de la salud como farmacéuticos y enfermeros, siendo una herramienta muy útil para la enseñanza entre estudiantes y residentes de la especialidad. De esta manera, al intentar estandarizar las actuaciones a seguir según la mejor evidencia científica disponible, esto redundará en beneficio del paciente, del médico y de la institución.

La pediatría es una de las disciplinas donde los metanálisis y revisiones sistemáticas de ensayos clínicos contrastados en el empleo de probióticos y prebióticos han demostrado su eficacia en diversas patologías. Sobre todo, patologías digestivas como diferentes tipos de diarreas (de la comunidad, asociadas a los antibióticos, etc.), trastornos funcionales (cólico del lactante o síndrome del intestino irritable) o procesos inflamatorios como colitis ulcerosa. Además se ha valorado su efecto en las alergias como la dermatitis atópica y en la prevención de infecciones desde el recién nacido prematuro hasta el adolescente.

Por este motivo, su empleo se va asentando paulatinamente en la práctica clínica habitual de los pediatras. Además existen varias líneas de investigación abiertas en la suplementación con probióticos en la infancia. Las aplicaciones clínicas de los probióticos en la edad pediátrica han ido creciendo con el curso de los años y junto a indicaciones clásicas y ampliamente estudiadas, como pueden ser la diarrea aguda y la asociada a antibióticos, se han ido añadiendo su utilización en potras patologías que han ido apareciendo en las principales guías de práctica clínica basándose en la evidencia científica existente hasta el momento.

Ejemplo de ello es la guía de práctica clínica de la Organización Mundial de Gastroenterología (WGO). Esta sociedad científica, desde hace años, edita en varios idiomas una serie de guías sobre diversos temas, entre los que incluye la Guía Mundial sobre Probióticos y Prebióticos. Además de abordar los conceptos básicos sobre los probióticos y la microbiota intestinal, existen tablas donde se especifican las indicaciones basadas en la evidencia científica sobre el empleo cepas probióticas y prebióticos en diferentes patologías, generalmente gastroenterológicas, tanto en niños como adultos. Dicho documento puede descargarse de manera gratuita de su página web y cuenta con una última actualización en 2017. (Tabla 1).

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Tabla 1: Indicaciones en pediatría de probióticos con nivel de evidencia 1 y 2.

Bibliografía y referencias: