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Condicionantes psicológicos en la dispepsia funcional


Dr. José Manuel Cucalón Arenal | Medicina Familiar y Comunitaria

Centro de Salud de Villamayor de Gállego, Zaragoza


En el marco de las presentaciones realizadas con motivo del Programa AAP, en relación con la ponencia de la dispepsia funcional (DF) se me pregunta por los condicionantes psicológicos que se ven involucrados en el diagnóstico de la dispepsia funcional.

Obviamente la etiología de la DF es compleja, variopinta y multicausal y aún necesitaría de más estudio y evidencia que culmine un apartado aún en formación, como es la etiología. Aún no se ha conseguido establecer una relación causal.

En la presentación que ofrezco sobre la etiología de la DF se aprecia, como papel fundamental, el llamado Eje Intestino-Cerebro que se apunta como principal causante de las manifestaciones clínicas de la DF. Este eje supone la existencia de más de 100 millones de neuronas situadas en la mucosa intestinal y a la que se le ha llamado segundo cerebro por cuanto no solo cuenta, como decimos, con una ingente cantidad de neuronas, sino que se han descrito las enormes relaciones que se ejecutan mediante los neurotransmisores, tal y como se hace en el sistema nervioso central. La serotonina, como neurotransmisor, tiene su producción mayoritaria (hasta el 90 %) en el tubo digestivo y es considerada la hormona de la felicidad o del bienestar, activa los circuitos de recompensa, estimula el deseo sexual y favorece el metabolismo de la dopamina. También ayuda a regular la temperatura corporal, está involucrada en los movimientos viscerales, combate el estrés, regula el apetito y participa en los procesos de aprendizaje, memoria, sueño y descanso. La serotonina se libera cuando hay una señal de alimento ingerido y se produce un suave estiramiento de sus paredes. Este Eje Intestino-Cerebro se relaciona directamente con el cerebro a través del nervio vago. Las vías vagales y espinales transmiten señales mecánicas y químicas, junto con señales de la microbiota, el sistema inmunitario y los sistemas endocrinos del tracto gastrointestinal al cerebro, incluido el núcleo del tracto solitario en el bulbo raquídeo para las vías vagales y la lámina I del asta dorsal para las vías espinales. El procesamiento cerebral subsiguiente parece estar alterado en pacientes con DF. Los estudios que utilizan tomografía por emisión de positrones o resonancia magnética funcional, generalmente con distensión gástrica mecánica, han informado anomalías estructurales y/o funcionales en regiones del cerebro relacionadas con la modulación sensorial y del dolor, la emoción, prominencia, procesamiento homeostático y modulación descendente del dolor.

Así pues, las relaciones entre las emociones y la función gastrointestinal parecen evidentes.

Diversos estudios han relacionado que el estrés, la ansiedad y la depresión pueden influir en la digestión provocando una serie de síntomas como dolor abdominal, estreñimiento, diarrea, náuseas, acidez e inflamación intestinal.

En la prestigiosa revista Gut se encontró que el estrés emocional podría aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades inflamatorias intestinales en personas predispuestas genéticamente. En la revista Journal of Psychosomatic Research se publicó la relación entre depresión y ansiedad con un mayor riesgo de síntomas gastrointestinales en pacientes con síndrome de intestino irritable. No obstante, se establece una relación bidireccional en donde las emociones pueden provocar alteraciones digestivas y viceversa. Del mismo modo se está trabajando en las relaciones entre la microflora y las emociones pues parece claro el papel de la flora bacteriana como productor de una serie de procesos enzimáticos que están relacionados con la neurotransmisión y por tanto con las emociones. Así lo exponen Stephen Collins y Premysl Bercik de la Universidad de McMaster, Ontario, en Canadá en un artículo publicado en la revista Science Translational Medicine.

En cuanto al tratamiento de la dispepsia funcional, la British Society of Gastroenterology guidelines on the management of functional dispepsia, propone entre sus recomendaciones el tratamiento psicológico como parte importante del manejo de esta patología. Así recomiendan, como parte del tratamiento multidisciplinar, los antidepresivos tricíclicos como amitriptilina a dosis bajas como segunda línea tras inhibidores del ácido y procinéticos. Esta amitriptilina actuaría como neuromodulador del Eje Intestino-Cerebro. Así mismo proponen otros fármacos antidepresivos, aunque con baja evidencia como mirtazapina o inhibidores de la serotonina y norepinefrina (IRSN). Igualmente hacen recomendaciones en favor de la psicoterapia conductual como la psicoterapia informada psicodinámica interpersonal, la terapia cognitivo-conductual y la hipnoterapia aunque con evidencia de bajo grado.

Esperamos que esta nueva manera de afrontar la DF cale en los médicos de cabecera para que puedan aportar información sobre esta patología a nuestros pacientes que demandan más información sobre una patología de alta prevalencia en las consultas y que no presentan pruebas tangibles de su existencia al ser de carácter funcional.


Bibliografía y referencias: