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Disbiosis intestinal y dolor abdominal en el lactante y en el niño


Dr. José Manuel Moreno Villares | Pediatría

Clínica Universidad de Navarra, Navarra


Entre el 30 y el 40% de los lactantes y de los niños sufren a lo largo de su vida algún síntoma gastrointestinal crónico o recurrente que pueda etiquetarse de un trastorno gastrointestinal funcional de acuerdo a los criterios Roma IV. En los lactantes, el cólico y la regurgitación son los más frecuentes, mientras que es el dolor el más habitual en los niños más mayores.

En la etiopatogenia del cuadro influyen factores individuales y factores ambientales que condicionan síntomas fundamentalmente digestivos que son motivo de preocupación en las familias y de un consumo de recursos desproporcionado respecto a la entidad del proceso. La dificultad para dar una explicación a los síntomas es, con frecuencia, motivo de desencuentro entre los padres y los profesionales de la salud y no contribuye a la resolución del problema.

En los últimos años se ha despertado un gran interés en correlacionar los cambios en la composición de la microbiota con la presencia de estos síntomas, aunque no es fácil apuntar si se trata de un fenómeno causal o de un epifenómeno que acompaña al cuadro. En todo caso, se ha demostrado una alteración del patrón de la microbiota intestinal en estos pacientes cuando se la compara con niños sanos de su misma edad.

Entre los procesos en los que esta alteración de la microbiota (disbiosis intestinal) es más manifiesta se encuentran el cólico del lactante y el dolor abdominal tipo síndrome de intestino irritable en el niño mayor. Cada vez existen más datos que relacionan la presencia de estos trastornos en la edad infantil con sus equivalentes años más tarde, ya en la vida adulta. De ahí la relevancia en la búsqueda de alternativas de tratamiento en la edad infantil.

Junto a medidas encaminadas a asesorar y asegurar a la familia, los mejores resultados en el tratamiento del cólico del lactante se han obtenido con el uso de cepas de lactobacillus reuterii y de mezclas de Bifidobacterium longum y Pediacoccus, que favorecen la diversidad de la microbiota y que disminuyen la inflamación intestinal que puede acompañar al cuadro.

En el niño mayor, el dolor abdominal no asociado a estreñimiento es causa con frecuencia de absentismo escolar, realización de pruebas diagnósticas innecesarias y estrés familiar. Se acompaña con frecuencia de cambios en el ritmo y tipo de las deposiciones y puede verse agravado con situaciones estresantes (exámenes, inicio o final de curso, etc). El seguimiento de una dieta con restricción de algunos tipos de hidratos de carbono y uso de cereal integral junto a una actividad física adecuada son buenas medidas de prevención, que pueden acompañarse del uso de determinadas mezclas de probióticos. En la revisión Cochrane de 2017 se demostró que el efecto beneficioso se mantenía en el tiempo, meses después (entre 3 y 6) de finalizado el tratamiento.

Si bien es cierto que la oferta de probióticos en el mercado se ha ampliado considerablemente, con frecuencia no se acompaña de un soporte científico de suficiente calidad. Es necesario conocer bien el efecto de cepas específicas sobre patologías concretas, la posología adecuada y la duración del tratamiento con el fin de no etiquetar a los probióticos como al bálsamo de Fierabrás del Quijote, que curaba todos los males.


Bibliografía y referencias: