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Este carácter de enfermedad crónica hace que el paciente con obesidad sufra la enfermedad de por vida, a pesar de haber conseguido controlar su peso con tratamiento conductual, con mejoría de sus hábitos dietéticos, ejercicio físico adaptado las condiciones y preferencias del paciente y el uso de fármacos y/o tratamiento quirúrgico.

En los últimos tiempos hemos asistido a un número mayor de publicaciones en las que se habla de la posibilidad de curar la diabetes tipo 2 (DM2). ¿Tienen una base real estas afirmaciones?

La insulina sigue siendo usada en nuestro medio por una de cada cuatro personas con diabetes mellitus tipo 2. Entre las barreras que dificultan su adherencia figuran el miedo a la hipoglucemia, la vía inyectable y la complejidad de algunas pautas de tratamiento. Estudios internacionales han detectado que este problema de adherencia afecta a 1/3 de los pacientes en tratamiento insulínico condicionando un peor control glucémico y mayores costes sanitarios.

Siempre que hablamos de diabetes, de forma ya clásica se divide esta patología en diabetes tipo 1 (por déficit de insulina derivada de la destrucción de los islotes pancreáticos) y diabetes tipo 2 (por predominio de la resistencia a la acción de la insulina, con importante carga familiar y asociada a otros factores de riesgo cardiovascular).

El pasado día 3 de septiembre del 2023 se publicaron las recomendaciones en el manejo de la hiperglucemia en pacientes con diabetes mellitus según grado de fragilidad, de la Fundación redGDPS. En dicho algoritmo se tienen en cuenta a la hora de elegir el tratamiento mas adecuado: las situaciones clínicas existentes, el estado funcional del paciente y la presencia de determinadas situaciones especiales que harán preciso modificar el tratamiento.